Gente que se dio una vuelta


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27 de febrero de 2010

Más de la belleza

Mientras espero una crítica que pedí, avanzo con lo de la belleza. Pero por otro lado.

Carezco de mentalidad científica o de investigación: cada vez que debía armar algún trabajo, monografía, tesina o lo que fuere era como viajar al infierno. Sencillamente me resultaba, y aún me resulta, casi tan difícil como escalar el Aconcagua en patas. Mi cabeza se maneja por intuiciones. De pronto aparece una idea, capaz no del todo formulada, en la que creo casi ciegamente. Con el tiempo y con suerte, puedo ponerle palabras; e incluso me sucedió, ponele, leer a alguien que, luego de un largo desarrollo, llega a mi conclusión. Está bueno pero es frustrante.

Y me parece que tiene que ver con el modo en que voy haciendo, conociendo, entendiendo algunas cosas. Un modo que antes que racional -o razonado- es visceral. De pronto, algo brilla, se manifiesta casi epifánicamente: una idea, un sentimiento, una corazonada que se impone y a la cual no puedo dejar de escuchar, a veces sin terminar de entenderla. Es una experiencia más bien numinosa.

Me parece, digo, que hay algo bello -en el sentido más amplio de la palabra- que percibo, que aprehendo, que casi, se me impone. Algo que brilla. Y que me pide atención.

¿Qué tiene esto que ver con la belleza?. Así es el modo en que la percibimos, como toda de golpe, pre-racionalmente. Y luego podemos digerirla o intentar decirla. Al principio no es más que un ¡guau, por Dios!. Sólo después de un tiempo se la puede decir, ponerla en palabras. Pero la experiencia queda como fuente inagotable de sentido.

2 comentarios:

Maia dijo...

me brotan estas palabras desordenadas...

¿será la intuición aquello que nos aparece como certeza?
tendemos a descartar aquello que no podemos explicar racionalmente,
seguimos creyendo que somos tan importantes como para abarcar y comprender todo.
Lo que no podemos explicar, no existe.
Creo que la intuición nos viene desde otro lugar, que no es la razón, y que nos invita a confiar en un orden o armonía natural o divina, que nos abarca en tanto humanos, pero no es puesta por nosotros, sino que somos parte de la creación, solo una parte.

Pablete dijo...

Algo así, Maia... Somos parte de, no podemos abarcar el todo, es a-racional... Muy complicado de explicar. Pero sí, intuimos por ahí. Y está bueno.