Gente que se dio una vuelta


© Copyright

Si querés copiar y pegar, claro que podés; pero citá la fuente, ¿sí?. Gracias.

8 de abril de 2010

¿Dale que...?

En gran parte soy heredero del deber ser. Ahí me crié. Antes de ir a jugar, había que hacer los deberes; al llegar del cole, sacarse el uniforme; meros ejemplos. Creo que muchos que rondamos los 40 tenemos algo de eso.
Sin duda está bueno ser educado en el deber, entendido como responsabilidad, como responder por las acciones u omisiones; responder, valga la redundancia, por las responsabilidades.
Ahora bien: hablo de las responsabilidades, me animo a llamarlas así, ineludibles. No las que suponemos o nos hicieron suponer que eran también obligatorias: esas que vienen como combo, sin posibilidad de decir "no, gracias".
Decía en otro post lo de los deseos parásitos; acá vendrían a ser como obligaciones o responsabilidades parásitas:
  • tenés que respetar al otro (y el mensaje era "aunque te "des-respetes" vos mismo)
  • los mayores tienen razón (y a veces Alzheimer o caprichos peores que los de los niños)
  • nada se consigue sin sacrificio (una de las mentiras más crueles y perversas)
  • hay que aceptar la voluntad de dios (excusa perfecta para las desgracias, curiosamente nunca la voluntad de Dios tenía que ver con el helado, la pileta, la risa...)
  • Y la lista sigue en las experiencias de cada uno.
Hoy por hoy sigo sosteniendo la necesidad del deber, de la responsabilidad, de ser educados. Pero también en la posibilidad de decir: "no gracias, no tengo ganas, no quiero, no me interesa, conmigo no cuenten...".
¿Dale que no hacemos caso, y por un rato escuchamos a las ganas?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dale ... quiero comenzar a hacerle caso ... a mis ganas.

Marcela