Gente que se dio una vuelta


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14 de agosto de 2010

Efecto dominó

Ahora fue un gimnasio en Villa Urquiza; antes un boliche, Cromagnon; mucho antes, y vaya a saber cuántas otras que ni recuerdo. Tragedias ¿evitables?, errores o culpas/responsabilidades de... ¿de quién?.

Aparecen muchos que tendrían que haber hecho pero no hicieron: los que no cumplieron las normas de habilitación, los que debían hacerlas cumplir, el que puso candado en una puerta de evacuación, el que prende una bengala en un lugar cerrado, el dueño o administrador del lugar que no lo cierra mientras sea peligroso, los que van a pesar que es peligroso y pagan una cuota o una entrada, los que percibiendo que hay peligro potencial no hacen nada, los que huyen corriendo y pisotean a los que quedan por el camino, los que...

Aparece también la necesidad de encontrar un chivo expiatorio, alguien sobre quien imponer las manos, descargar culpas y así exorcizar de algún modo el mal o la desgracia, persiguiendo justicia o algo que se le asemeje. Es difícil no hacerlo cuando el dolor atraviesa el cuerpo de los dolientes, cuando queda, una vez más, la sensación de desamparo, "nadie nos cuida", se escucha. Lo entiendo y lo he atravesado, en otras instancias.

Ahora: me parece (remarco, parece), que hay cierto simplismo en algunos planteos -simplismo, no simplicidad-. Como si se pudiese llegar a un único causante, responsable, culpable de las cosas. Se pide -y se otorga, lamentable y acríticamente- la cabeza de XX, cuando fueron, por omisión o comisión, la cabeza de XX, las manos de JJ, los pies de YY, el torso de QQ. Pluricausaildades, múltiples causas que derivan en un efecto. Causalidades que se evitarían con algo simple: hacer las cosas bien, desde arriba hasta abajo. Y viceversa.

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