Gente que se dio una vuelta


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6 de agosto de 2010

Fuego sagrado

Cuando las palabras apenas pueden esperar para ser escritas, cuando se amontonan en la punta de la lengua, las puntas de los dedos, de las neuronas, ahí decimos que estamos inspirados. In-spirirare, hay algo interno que se recibe, cierto espíritu, como si la inspiración no fuese sino cierta forma de posesión.
Algo de eso aparece en la figura de las musas, que son o no propicias en su visita al artista.

Quienes rozamos de alguna manera algún arte sabemos de eso: en algún momento las palabras, los colores, los sonidos, la entonación, el paso, la forma, aparece y hay que sacarla, plasmarla, mirarla. Surge, desde algún lugar y nos llega, nos es dada. Es vida que nos atraviesa.

Por algo no usamos su antónimo cuando no encontramos a las musas: nadie desea estar expirado. Expirar es morir, entregar, echar el espíritu.

Sin embargo, toda inspiración debe ser expirada para no morir: ni ella ni quien la tiene.

2 comentarios:

Mariana dijo...

Muy bueno este post, muy bueno.

Pablete dijo...

Gracias, Mariana... ando rebuscando además un par de cuestiones de la etimología, ya les contaré