Gente que se dio una vuelta


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19 de septiembre de 2010

Compañías

La mañana del sábado promete. Cielo azul primavera, solcito que comienza a calentar, silencio antes que se largue la vida con todos sus sonidos. Apenas algunos pájaros, el teclado y algún auto a lo lejos. Uno de esos momentos en los que sospechamos que no hay motivos como para que las cosas no anden bien.

Con mi tazón de café con leche inauguro el día. Hay desorden en la casa, pero ahora no me preocupa. Quiero otra cosa, quiero poder capturar un poco de este momento. No, no capturar: atesorar, mejor. Guardarlo como espacio interno.

Se me va la cabeza y pienso: mamá y papá ya deben haber llegado a Córdoba; Mónica debe estar con los detalles de su camino de Santiago; volvieron a internar a Rosita y tengo que llamarla a Puppy; Mariana debe estar preparando su cena para diez en Manchester; en un par de horas tenemos ensayo; cómo andará Javi.
Inevitablemente, en muchas de mis soledades irrumpen los míos. Y a veces está muy bueno.

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