Gente que se dio una vuelta


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1 de marzo de 2011

Intersecciones

La tentación de la pureza absoluta, de lo inmaculado e incorruptible es un espejismo. Es más, es fundamentalista. Es pretender una cosa prístina e impoluta que aleja de los demás -que son fuente de contagio-, que condena a quienes no son de los nuestros -por lo tanto, son malos- y deriva en neurosis, en el mejor de los casos.
Me acordaba por eso, de la teoría de conjuntos, cuando se daba un territorio común compartido, donde se daba ese espacio sombreado, la intersección: ahí convivían, sin abandonar su propio conjunto, cosas (números, elementos, figuras) que eran de conjuntos distintos.

Creo que deberíamos ir asumiendo estos espacios, estos encuentros, y celebrarlos en lo contradictorio que tienen. Y celebrarnos en lo integradores que son.

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