Gente que se dio una vuelta


© Copyright

Si querés copiar y pegar, claro que podés; pero citá la fuente, ¿sí?. Gracias.

10 de marzo de 2011

Spicy

Llegué temprano a casa de los viejos y mientras papá buscaba a los niños de mi hermana en el cole, mamá me pidió una mano en la cocina. Ella cocina porque no le queda más remedio: no le gusta y no lo oculta; a mí me gusta cocinar. Para ella sazonar es poner sal, y, con toda la furia, perejil. Yo busco especias y cosas raras y hago experimentos.

Eso no les gusta a los nenes, advertía mamá.
Yo seguía, ponía sabores, mezclaba, y aprovechaba para charlotear con la vieja. Son momentos en los que ella se despacha con chismes, cuitas, novedades...

Cuando llegaron los niños y nos sentamos a la mesa, lejos de rechazar los sabores, los disfrutaban, intentaban descubrirlos. Me pareció casi una parábola de tantas cosas... ¿No será que no estamos entrenados para paladear algún sabor más profundo que los fideos con manteca?. ¿Y si probamos ir mechando cosas, aromas, colores, sabores, palabras, ideas?.

El paladar se educa, la cabeza también. Pero si siempre comemos lo mismo... perdemos.

3 comentarios:

Mariana dijo...

Todos dicen que el paladar se educa. En mi casa todos comen bien y todas las mujeres cocinan (muy bien, dicen). Yo creo que tengo el paladar muerto. Sin sal, sin azúcar, ni hablar de otros condimentos, sin salsas y si no puedo ver qué estoy comiendo, no lo como (empanadas, tartas con dos tapas, ravioles, etc). Ya sé, no hacen falta que me lo digan...

Pablete dijo...

¡Juaaa! ¡Menos mal que no hace falta!. Igual, quedate con la imagen: si siempre leemos/comemos/miramos la misma porquería...

Mariana dijo...

¡No te rías! :) Es un trauma complicado. Cada vez que voy a la casa de alguien no falta el que dice "¿y si pedimos empanadas?" y yo rezando para que alguien diga NO porque me da verguenza exponer mi caso... y ni loca me como la empanada. Por suerte siempre hay snacks o algo así.
El tema de los postres lo dejamos para otro post jaja