Gente que se dio una vuelta


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30 de mayo de 2011

Tanto oculto

El álamo del fondo de casa, después de un par de gloriosos días amarillos, quedó desnudo. Un par de hojas, no más, que resisten el viento y el otoño.

Lo primero que pensé al verlo así fue que no estaba tan lindo, que su belleza fue efímera. Casi de inmediato, veo que hay un nido de hornero en una horqueta: esférico, básico. Un par de días después, Rauli vio que hay otro a medio hacer. Ahora, cada día, veo cómo avanza un poco.

Manuel, desde sus tres años y menos de un metro, pudo ver un montón de pájaros -un montón, para él, son más de cinco-, Con las hojas, los escuchaba, pero no los veía.

Algunas desnudeces, algunos despojos, valen la pena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó! Sería un buen ejercicio "desnudarse/nos" aunque sea una vez al año , como los árboles... hasta para nosotros mismos. El trajín cotidiano no nos deja ver lo que va creciendo adentro y seguimos...