Gente que se dio una vuelta


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26 de diciembre de 2011

Algo así, pero no.

La fiesta, como situación antropológica, vital, tiene que ver con la gratuidad, con la igualdad. Momentáneamente, por el tiempo que dura la fiesta, se suspenden las diferencias y las desigualdades, se vive en un plano horizontal e igualitario.

Y hoy el noble y el villano,
el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano
sin importarles la facha.

Juntos los encuentra el sol
a la sombra de un farol
empapados en alcohol
abrazando a una muchacha.

Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.

Nadie puede ser obligado a la fiesta, nadie puede ser coaccionado a celebrar. Sólo si se entra en sintonía con el motivo de festejo, de celebración, se entra en comunión con el espíritu festivo. 

Creo que parte del rechazo que muchos manifiestan estos días tiene que ver con lo impuesto del festejo.
Nada más lejos...

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