Gente que se dio una vuelta


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22 de febrero de 2012

Placeres burgueses II

Continuando un fin de semana largo y atípico, fuimos al teatro con Mariana, madre de mi ahijado, y con Nico e Iván. Vimos Casi normales, que estaba en la mira hace rato, pero un poco cara. Por suerte, pudimos aprovechar un 2x1 y ahí estuvimos.

Más allá de la historia, densa, nada divertida, más allá de ser teatro musical -toooodo cantado-, más allá de algunas fallas en la dirección de actores, no deja de despertarme un inmenso respeto el trabajo del actor: prestarle cuerpo, voz, gestualidad a la idea de otro, exponer/se, generar algo que causa identificación, rechazo, emoción, empatía, es tremendamente admirable.

Algunas veces actué de modo amateur, pero "en serio". En algún momento, mínimo, fugaz, sentí que el personaje me habitó, que hizo lo que yo no haría jamás.

Eso es mágico.
Qué bueno que haya quienes hagan de esta magia su vocación.

3 comentarios:

Thiago. dijo...

Lo mágico es, quizá, el encontrarse en otra piel por un momento olvidándose de la que nos ha sido impuesta permitiéndonos elegir algo más, jugar a ser otro, al menos por el tiempo que dure la charada.

Y lo escupí casi, no lo escribí, Dios, extrañaba escribir.

Pablete dijo...

¡Buena escupida, entonces!

Tincho dijo...

Si es muy mágico! Habitar otra piel apagando por un rato nuestra identidad. Muy loco y placentero.