Gente que se dio una vuelta


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31 de mayo de 2012

Convicciones, confusiones, transfusiones

Hace ya varios días un hombre, testigo de Jehová, está internado y con su vida en riesgo. Por su afiliación religiosa, él firmó negándose a ser transfundido. Su esposa apoya la decisión; sus padres y hermanos, no (http://www.minutouno.com.ar/minutouno/nota/166962-el-caso-del-testigo-de-jehovallego-ala-corte/).

No es la primera vez que sucede algo así. Ni son el único grupo religioso que se cierra a posibilidades de la ciencia. Eso que quede claro.

Lo que está en juego, más allá de la vida de este hombre, es en el fondo, la libertad de conciencia, la libertad religiosa. Y las derivaciones éticas de las opciones religiosas de las personas.

Personalmente, siendo un hombre religioso, entiendo hasta dónde pueden llegar las convicciones: no pocos cristianos, por caso, no dudaron en enfrentar la muerte por su fe.
En este caso, un adulto elige vivir y morir de acuerdo a sus convicciones morales, éticas y religiosas.
En Guyana, cerca de 900 personas se suicidaron en 1978 por orden de Jim Jones, su pastor.

Sí, sé, que la lectura de la biblia que este grupo religioso hace para negarse a la transfusión es anacrónica, descontextuada y fundamentalista y cerrada a cualquier intento de diálogo: si no son de los nuestros, son del enemigo. Lo he escuchado, me lo han dicho.

Ahí, entiendo, está la falla.

1 comentario:

Javi dijo...

Es muy difícil para mi tomar una posición en este tipo de debates, porque los dos lados me parecen coherentes, el de preservar la vida por un lado y el de darla por una convicción por el otro (mas allá que comparta o no dicha convicción)