Dosificá

Nos debíamos una charla con Mariana y coincidimos una tarde. Entre mi incapacidad para entender las diferencias horarias entre países y continentes, y la cotidianidad de cada uno, me acordaba tempranísimo o tardísimo. O no se podía.

Se pudo. Entre las idas y vueltas de la conversa comenta que Fianna, su hija de ¿3, 4?, es ruidosa. En ese momento, gritaba porque se peleaba con el hermano. Y que el grito es el mismo para todo, desde la pelea con Santi hasta un incendio, exageraba.

Decíamos, a raíz de esto: ¡es necesario dosificar!. No por la niña, claro. Por muchos, en realidad: por los que lloran de la misma manera una viudez que un gol en contra; por los que se angustian del mismo modo por una enfermedad terminal, propia o ajena, que por la novela; por los que no distinguen entre un tsunami y una garúa.

Buscar perspectivas, referencias.
Porque no todo es lo mismo.