Gente que se dio una vuelta


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20 de noviembre de 2012

Rococó verbal


Me prestaron un libro. Está en ese punto intermedio entre el bodrio y algo mínimamente interesante. Como quien me lo prestó me lo recomendó con énfasis, casi como un deber lo leo. Paso páginas leyendo en diagonal, para apurar el trago. Si tachase seis de cada diez palabras, el sentido no cambiaría. Tantas palabras sobran.

Me pasa parecido con algunas personas: abundancia de palabras, demasiados adjetivos, adverbios, comparaciones, subordinadas, que podrían reducirse a la mitad y decir mucho más. O me costaría menos escuchar. 

La paradoja: el exceso de palabras, como su falta, afectan a la comunicación. No siempre más es mejor, no siempre menos es más.

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