Gente que se dio una vuelta


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Si querés copiar y pegar, claro que podés; pero citá la fuente, ¿sí?. Gracias.

30 de diciembre de 2013

Super barbie

Un señor que se hizo no sé cuántas cirugías para parecerse a Superman. Una señora que se quiere parecer a la muñeca Barbie. Googleen, aparecen en seguida.
Como fuere, quieren alcanzar ese ¿ideal? de belleza.

Entre las preguntas que se me aparecen:

  • ¿Sabrán que ambos, la muñeca y el superhéroe- son ficticios?
  • Los que los operan, ¿lucran solamente o es complejo de Pigmalión?
  • Ponele que nariz, pechos, te acomplejen, todo bien. ¿Pero querer ser tan otro?
  • ¿Con quién me relaciono si me los encuentro? ¿Con este señor, esta mujer, o con lo que quieren ser?
  • ¿Cuáles son mis propios modelos -de belleza, estéticos, morales- y cuánto estoy dispuesto a sacrificar por ellos?
  • ¿Los modelos son externos, no más o están internalizados?

Quién sabe.
Yo no.

29 de diciembre de 2013

Esclavos siglo XXI

Leo que en cinco años rescataron casi seis mil personas víctimas de trata (http://www.telam.com.ar/notas/201312/46340-la-articulacion-estatal-permitio-rescatar-a-5974-victimas-de-trata.php). Casi mil doscientas por año. Más de tres por día. Trabajadores clandestinos, mujeres prostituidas, migrantes mantenidos en condiciones infrahumanas.

No salgo del estupor. Es mucha gente. Muchas personas que atraviesan un infierno. Otras que permanecen en él: hacinados, mal alimentados, con pésima higiene. Más estupor y horror me produce saber que hay quienes causan esto, quienes se benefician de la explotación ajena, continua.

Me espanta sabernos inmersos en esta deshumanidad.
Me duele profundamente que no nos duela más.


28 de diciembre de 2013

Una de cal y una de arena

Crecí con fama de ser torpe. Fama medio merecida, a decir verdad, aunque exagerada. La leyenda familiar dice que no pasaba día sin que volcase un vaso y una vez por semana probablemente lo rompiese.

El tiempo me fue mejorando: hay cosas en las que ya tengo un master de torpeza; en otras me sorprendo: no te digo que te haga un revoque y lo aplique con fratacho, pero me las arreglo lo suficiente como para sentir un subidón de testosterona.


Lo que todavía no logro es  dejar de romper cosas en lugar de arreglarlas luego.

No se puede todo.

27 de diciembre de 2013

Canícula

Un día agobiante, pegajoso, luego de varios días igualmente calurosos. Las noches no bajan de 30º y dormir se me hace casi imposible.

Pasada la Navidad, me hice un rato para ir a visitar a mis compadres y llevarles los consabidos regalitos a los niños. Esperar el colectivo era asarse a fuego lento. Llegó, subí. Vi que varios ni nos apoyábamos en los respaldos de los asientos.

Desde donde me deja el colectivo hasta la casa hay unas seis cuadras. Pocas, pero con la sombra escasa se hacen más largas. Hay un Carrefour a mitad de camino. Entro, tomo una canasta, paso las cajas, doy toda una vuelta, casi góndola por góndola. Siguen las ofertas navideñas: muchos juguetes, garrapiñadas, champagne. Miro un poco los precios. Doy más vueltas. No compro nada.

Dejo la canasta vacía en la entrada. Salgo.

Todo sea por 10 minutos de aire acondicionado.

26 de diciembre de 2013

Linealidad

Los cuentos de la infancia, los clásicos, los de siempre. Con malos malísimos que le hacen la vida imposible a las princesas bellas que necesitan ser rescatadas por algún príncipe que aparece y salva la situación posibilitando que sean felices y coman perdices. Tesoros en cuevas. Frijoles (porotos, judías) que brotando llegan al cielo.

Los relatos que forman y deforman.
Personas grandes que siguen esperando príncipes o princesas.
Que creen que las brujas tienen verrugas, gatos negros y escobas.
Que un hada madrina agite la varita y aparezca lo que haga falta.
Que un ábrete sésamo nos haga ricos.
Que la magia suplante al riesgo, el aprendizaje, el error, el acierto.

Forman. Deforman.
Deforman.

25 de diciembre de 2013

Navidad

Me encuentran vago.

Les comparto, no más, parte de algo que escribí en estos días pensando en la navidad. Mejor dicho: sobre lo que sigue a la navidad, demasiado edulcorada para mi gusto...

Como creyente en Jesús, en su proyecto, en su Palabra deseo que este Dios amante del ser humano nos abrace. Nos humane. Nos hermane. Nos contagie la felicidad del Reino, esa que nace no de la anestesia sino de la búsqueda renovada de justicia, misericordia, paz. Felicidad vivida en medio de luchas y tensiones, con los “ojos fijos en Jesús” (Heb 12,2).

Que cada una, cada uno, creyente o no, cristiano o no, nos humanemos, nos hermanemos.

24 de diciembre de 2013

Espacios en blanco

Las mañanas están siendo silenciosas. No hay clases en la escuela que linda con casa, es eso. Aparecen otros sonidos menos estruendosos. 
Aprovecho el silencio. Lo disfruto.

Escucho a la vecina que riega. Otro vecino pone en marcha el auto y saluda a su hijito antes de salir. Pájaros, muchos pájaros: los que nacieron a mediados de primavera están aprendiendo a volar. Sonidos que no rompen el silencio sino los habitan. 

Como la pausa en una charla: le da lugar a la palabra que será dicha y recibida. Como el hueco en la palma de la mano. Como el aire.

23 de diciembre de 2013

Genio y -des-figura

En muchos momentos quisiera desconectar el cerebro, no pensar, desentenderme de las consecuencias de mis acciones, no ser responsable, fluir sin preocupaciones, como los gatos caer siempre de pie, no pensar más que en mí mismo, ser superficial, dejar que los demás hagan mi tarea, hacerme el tonto, mirar para otro lado, no tener conciencia, ser pura pulsión.

Me dan envidia, profunda envidia quienes pueden hacerlo, quienes alegremente van así por la vida, impunes e inmunes. No puedo. No me sale.

¿Es bueno, es malo? Qué sé yo. De a ratos quisiera culpar al deber ser, pero ni siquiera.
No puedo dejar de ser yo, con lo que me gusta y lo que me pesa. Quélevamosahacer...

22 de diciembre de 2013

Quién de nosotros

Acompañando a un pibe adicto a las drogas. 

Anda entre los 25 y los 30, tiene un hijo que no ve -nacido de una relación ocasional, que devino por un tiempo breve pareja y no llegó a ser familia-. No lo ve porque la madre tiene miedo: lo soportó mal más de una vez; ella quiere evitar riesgos.
Él trabaja bastante bien, pero entre la merca, las pastillas, lo que le pasa a su hijo, no hay dinero que le alcance. Hace horas extras. Para hacerlas, consume. Vive con sus padres, es el mayor de siete hermanos. 

Quiere salir. Razona y sabe que la está pasando mal y que (le) está haciendo mal a él, a sus vínculos. Pero la razón no es suficiente para dejar la adicción. Hace falta más. No tiene ese más.


No delinque, no es socialmente marginal, no es de los que nos asustan en nuestros prejuicios.
Una historia común. Normal. No muy lejos de las de muchos y sin dudas una vida más fácil que las vidas de otros.

¿Dónde se bifurcan estas historias? ¿Qué nos diferencia? 
Misterios.

21 de diciembre de 2013

Segundas partes

Estaba por llamarte (pero tenía cosas más importantes)
Ya mismo estoy saliendo (saliendo de la ducha)
Veámonos antes de fin de año (con cruzarnos ahora ya tuve suficiente)
Vos hablá que te escucho (aunque no sé qué decís)
No tengas miedo, no duele nada (si te digo la verdad, huís)
No por hablar mal, pero (si no hablo mal, en realidad no tengo nada para decir)
Si te digo, te miento (y si me callo te engaño)
No sé qué me pasa (sí, lo sé, pero si te lo digo me internan en un loquero)
La verdad es que (es que esto es una excusa)

Cuando digo o escucho frases como las primeras, en mi cabeza aparecen las segundas partes.
La convención cultural es más fuerte que la verdad. O, al menos más agradable. 

20 de diciembre de 2013

Tempus fugit

La inmensa lentitud del tiempo sólo es comparable con su terrible velocidad.

Esperar un llamado roza la eternidad. En dos suspiros el que ayer teníamos en brazos termina el colegio.

Ante un test de embarazo se detiene el reloj. Lo mismo en la sala de espera del médico. Una vez que aparecen o no las rayitas o nos revisan, se precipitan los segundos.

Los últimos cinco minutos de la semana laboral duran lo que la misma semana. El fin de semana, cinco minutos.

Ni hablar de lo que tardábamos antes en ir de Navidad en Navidad: parecería ahora que hay varias por año.

No somos nada. O somos demasiadas cosas.

19 de diciembre de 2013

Por delante

Me cuelgo pensando, de nuevo.  
En un par de meses más cumplo 43 años. Probablemente haya pasado ya la mitad de mi vida. Hacia adelante me queda menos que lo que he vivido hasta hoy. ¿Cómo quiero vivirlo?

Siento que mucho de lo vivido hasta esta parte hizo crisis cuando atravesé una depresión muy grande. Una crisis buenísima que me lleva a saber hoy qué cosas no quiero de ningún modo. Una manera también de reconocer y valorar cosas mías que me dan gozo. Otras que no me banco ni yo mismo, seguro. Una manera de reconocer-me autoridad, autor, ya no por haber leído o estudiado o sentido, sino porque lo sé.
Al mismo tiempo, con la certeza de ignorar un montón de otras cosas, de sentir que hay miles que nunca alcanzaré ni a vislumbrar y decenas de miles que ni me importan.

Está bueno afirmarse. Está bueno respetarse. Está bueno ser transitorio y permanente. Está bueno ser firme y seguro y avanzar tanteando. Todo.

18 de diciembre de 2013

Palabras que salvan

De eso no se habla, ese es uno de los mandatos con los que muchos hemos crecido. Eso podía ocultar múltiples asuntos: sexo, política, enfermedades, parientes raros, asuntos familiares vergonzantes o vergonzosos, religión, dinero...

El silencio es salud rezaban unas calcomanías en la época de la dictadura militar en Argentina, reforzando la idea de que mejor era callar, estarse silente. 

Luego de 30 años de democracia, inmersos en una cultura que de lo más íntimo hace publicidad, que no tiene empacho en hablar de orgasmos a la hora de la siesta, agradezco a cuántos susurrando, en clave Morse, escribiendo o cómo fuere, nos pusieron a salvo las palabras.

Hablar, decir, sacar afuera, acoger la palabra ajena, hacer silencio no para callar sino para recibir.
Ah, qué placer...

17 de diciembre de 2013

Irrupción

Treinta años atrás nacía mi primera sobrina. Inesperado el parto. Un embarazo que transcurrió a más de mil kilómetros. Mi hermana mayor y su marido recibieron un llamado telefónico avisando que había una beba esperando a sus padres. Allá fueron.

Volvieron a la semana, muy cerca de navidad, con un bulto minúsculo, con una pelambre negrísima, mínima bebé en un moisés que parecía enorme. Habían –habíamos- adoptado a Natividad y se estrenaban todos los parentescos: primer hija, nieta, biznieta, sobrina…  

En la inmensa maraña de primos y tíos estrenábamos un vínculo no sanguíneo. De buenas a primeras se inauguraban un montón de sentires, amores, cariños. Aparecieron palabras que se hicieron cotidianas: adoptar, Neuquén, mapuche, sur, tenencia, Nati.

Treinta años después, ella misma es madre de dos niñas que corrieron los parentescos un grado más: de padres a abuelos, de hermano a tío, de abuelos a bisabuelos, de tíos a tíos abuelos.

Bendecidos.

16 de diciembre de 2013

Cercano infierno

Casi 30º a las 0,30. Se cortó la luz en el barrio. Cayó una lluvia fuerte que levantó vapor de las
calles. Afuera está agradable mientras las casas guardan el calor de unos días infernales. Hasta las paredes siguen calientes. Dormir, misión imposible: no hay aire y ni siquiera el consuelo de un ventilador como para engañar. Consolarme (consuelo tonto, como la mayoría) pensando en quienes viven habitualmente sin nada.

Gracias a los dioses la tablet está cargada y tengo varios libros electrónicos. Leo, me adormezco, despierto, Repito la secuencia ciento treinta y ocho veces. Me ducho como para engañar al tiempo, al clima y para hacer algo. Hierve el agua fría. Vuelta a la cama a leer, adormecerme, despertar.

Cerca de las 4,30 regresa la energía eléctrica. Apagar las luces que quedaron encendidas. Poner el ventilador a toda velocidad. Calcular que si me duermo ya mismo, tendré tres horas de sueño.
Suena el despertador. Otro día.
Socorro.

15 de diciembre de 2013

Posible yo

Disfruto el anonimato. Es decir, estar lejos del lugar habitual, de las personas habituales y sentir que puedo ser yo sin el entorno habitual. ¿Un yo más puro? No puedo decirlo con exactitud. Sí, al menos, un yo que no responde a la mirada y exigencias del otro. 

No quiero decir con eso que este yo sea diferente a mi yo diario. Sino que siento que al estar en un espacio no habitual, donde no hay historia previa, donde sólo estoy en presente, sin pasado, sin futuro, 

Estando de vacaciones o de viaje es dónde más lo noto y siento. Puedo ser cualquier cosa, cualquier persona y, a la vez, siento que soy profundamente yo mismo. 

14 de diciembre de 2013

Vampiros

No, no me puse esotérico ni me di una sobredosis de la saga de Crepúsculo -no puedo verla, es imposible pasar de la primera media hora-. Tampoco pienso en Drácula o en los modernos, pansexuales y lindos de True Blood. Nada de eso. Más reales.

Personas que absorben la energía de los demás. Lo siento con algunos. Me pasa con un par. Más de un par. Varios. 
Comenté con otros esa sensación. La compartían.

No son personas malas, no son especialmente pesados o cargosos, no se destacan por problemáticos. Sin embargo cuando estamos con ellos nos da sopor, o nos duele la cabeza, o cuando se van quedamos de cama.

¿Energías que se cruzan? ¿Una manera primitiva del cuerpo de defenderse?
Ni idea: pero intuyo que algo similar habrá inspirado tantas leyendas un poco más sangrientas, mucho más simbólicas.

PD: acabo de googlear para conseguir alguna imagen. Aparecen los "vampiros energéticos". Caramba.

13 de diciembre de 2013

Por quién

Por, a través, en lugar de, a causa de, por culpa de, en favor de.

Lo hago -me angustio, cocino, como, pierdo, gano, sufro, triunfo, lloro- por vos. ¿en mi lugar, por mi causa, por mi culpa, a través mío, en mi favor? 

Abismos entre unas y otras opciones y concepciones que van desde la gratitud - te quedaste despierto por mí, ¡gracias!- a la extorsión -si me dejás me mato por vos-, la sustitución -lo hizo por él, para que no se cansase-.

La plurivalencia de tres letras puede dar por resultado desde un culposo neurótico, al estilo por mi grandísima culpa,  hasta un egocéntrico sin cura: el mundo gira por mí. En el medio los mil matices.

12 de diciembre de 2013

Nada. Todo.

Días en los que no (se me) ocurre nada.
Las cosas (me) pasan casi sin notarlas. Rutinas, más que nada.

Incluso lo distinto, lo extraordinario se hace rutina.
La hermana rutina que es el lugar donde habito. Un lugar cotidiano y cálido.
Como una noria, sí. También como un viaje en globo. Como muchos viajes en globo.

Abrazarla y recibirla para luego extrañarla, cansarme de ella y desear un recreo.
Sumergirme en su ritmo calmo y vertiginoso.
Otra vez.
Otra vez.

11 de diciembre de 2013

30 años

Los 30 años de democracia continua en Argentina nos encuentran con tensión. Aprovechando las
protestas policiales en varias provincias algunos inadaptados saquean, violentamente.

En Plaza de Mayo celebran los 30 años -de paso digo, me hubiese encantado ir-. Unos prefieren que haya duelo nacional -por los muertos en estos días-. Otros replican las alarmas, por dudas, para que no falte confusión y caos. Todo junto. Todo cierto.

Sin duda me duelen las muertes. Sin duda repudio los saqueos. Sin duda creo que la policía debe responder por su correrse de las responsabilidades. Sin duda los gobernantes deben dar soluciones a largo plazo. Sin duda no es lo mejor.

Pero, más que nada, sin ninguna duda, ¡sigo agradeciendo la democracia!

10 de diciembre de 2013

Bestias y bellos


La belleza y la bondad en la concepción clásica griega son intercambiables: el término kalós, bello/bueno. En algún momento, se comenzó usar sólo para lo bello estéticamente mientras que lo bueno pasó a ser agathós.

En español tenemos bonito como sinónimo de bello cuando, en realidad, es diminutivo de bueno (buenito). Pareciera que detrás está la misma intuición: lo bueno es bello.

La maldad, lo malo, afea: deshumaniza. Un rostro desfigurado -ya sé, no es políticamente correcto, pero seamos honestos- nos repele porque ¿oculta, perdió, no tiene? belleza. Un delincuente descorazonado es un monstruo, aunque tenga cara de galán.

No sé qué quiero decir.
No sé si me entiendo.
Pero sí.

9 de diciembre de 2013

Tener parte

Sábado a la noche. Calor. Asado con gente amiga.

Vamos y venimos en las conversas; las diferentes charlas se entrelazan, disparan otras nuevas, llevan a las anteriores. Un poco de carne nos distrae -nos concentra en ella misma-.

Pasan por las palabras conocidos, política, amigos, país, dios, Dios, profesiones, vocaciones, familias, decepciones, algunos sueños que quedan. 

No nos tomamos demasiado en serio nuestras "soluciones y propuestas", pero sabemos que deseamos en serio algo bueno, grande, mejor.
Siendo parte.

8 de diciembre de 2013

Líneas no-divisorias

¿Línea corta o línea larga? Esa pregunta acompañaba cada nueva tarea en el cuaderno de clases. en los primeros grados. Si corta, era apenas unos centímetros en el centro de la hoja; la larga, desde el doble borde azul del margen hasta el final, cubriendo todo el renglón.
Me pregunto cuál sería el criterio: ¿áreas, temas, días? No es claro: teníamos cuaderno de clases y el de tareas para el hogar y creo que en ese momento las "materias" convivían promiscuas.

Se me presentaba esa pregunta inocente que sentíamos importante al sentir que me resulta muy difícil separar algunas cosas. Si estoy preocupado, no puedo trazar una línea larga que separe la preocupación de las demás cosas... cuando mucho, un par de líneas cortitas, que le permiten filtrarse hasta en los sueños. Si alegre, lo mismo.

Envidio profundamente a quienes pueden poner cada cosa en su cajón mental, trazar límites entre lo que sienten, lo que piensan, lo que hacen. Líneas largas o cortas que los ordenan. Lo mío es un caos casi continuo.

7 de diciembre de 2013

Yo, ansioso.

Pasado el mediodía vuelvo a casa. Mientras subo la escalera oigo que suena el teléfono. Me apuro, abro, largo las bolsas que traía y no llego a atender. No dejaron mensaje. Me quedo esperando que vuelva a sonar. Nada.

Cocino algo, lavo verdura, preparo una ensalada. Nada, el teléfono mudo.
Me siento a comer. Nada. Miro un rato de TV. Nada.
Ya pasó como media hora y el teléfono no volvió a sonar.
Me inquieta no haber llegado a contestar.
Más aún me inquieta saber que probablemente nunca sepa quién me llamó.

Me inquieta mi inquietud. 

6 de diciembre de 2013

El manto de Elías (2Re 2)

Murió Mandela. Supe de él en primer lugar mediante Desmond Tutu, el arzobispo anglicano Nobel
de la Paz, negro también, luchador como él contra el apartheid.

No sé mucho sobre él, pero hay algo que me atravesó cuando lo conocí: que el señor este, luego de 27 años de prisión, luego de una vida de segregación, luego de que lo hicieran sentir extranjero en su patria por su color -cuando los extranjeros eran los blancos-, luego de todo eso, no se vengó, no quiso revancha al ser el primer presidente verdaderamente democrático, no se enquistó en el odio sino que tejió comunión, reconciliación.

Me descolocó su grandeza en ese momento. Me descoloca ahora, cuando me siento enmarañado en rencores y mezquindades por cosas mínimas, ínfimas.

Que muchos, muchas recojan su espíritu, sean -seamos- cubiertos con su manto.
Amén.

5 de diciembre de 2013

No tan lejos

Las imágenes de los saqueos en Córdoba -mientras la policía no actuaba porque estaba con cuestiones salariales, la provincia no se comunicaba para pedir ayuda en Nación, Nación no terminaba de decidirse a intervenir y mil cosas más que se me escapan o no entiendo-, las imágenes, decía, me rebelaban.

¿Hasta dónde llegan los principios? ¿Cuándo dejamos de ser honestos, nobles, sinceros?

Me recordaban como en el 2001, con el país hundiéndose, gente conocida, con las necesidades básicas más que cubiertas, arrasaban el Carrefour de San Fernando: el del centro de San Fernando. Escudándose en la turba que despreciaban -esos negros-, no dudaron en robar y romper. Las cámaras los grabaron. Una pequeña vergüenza.

Gente que hoy sigue mirando con desprecio a los pobres, a los delincuentes. Gente que habla de corrupción y delito dictando cátedra. 
Pienso, también: si nos garantizasen impunidad, silencio, lo que fuere, ¿seríamos igual de honestos o deshonestos?

Quisiera decir que sí pero ya no sé.

4 de diciembre de 2013

Compráme

Cuando era chiquito tenía una teoría -y recuerdo habérsela comentado a mi madre-: las cosas que tenían mucha publicidad la tenían porque eran malas y se las querían sacar de encima. Por eso les hacían jingles, fotos, publicidad en la tv, radio... 

Creo que la responsable de esa teoría fue la campaña de una heladera nuevísima y moderna -tan moderna como podía serlo a fines de los '70-. 

Veo en la casa de fin de semana de una prima, ahora, que la Siam que había en casa de mis padres en esos años sigue sirviendo, humilde, de heladera auxiliar. Mi padres van por la tercera o cuarta desde esa.

Mantengo mi teoría, con algunos retoques y no sólo para heladeras.

3 de diciembre de 2013

Enganchados

Me encanta cómo las ideas/experiencias/saberes se van entrelazando unos con otros en cadenas impensadas. 

Una de las síntesis que siento voy haciendo en este momento vital es el maravilloso entrecruce de cosas diversas, variadas, viejas, nuevas, que se van llamando mutuamente. En unas, varias en verdad, puedo rastrear el eco bastante tiempo atrás. Otras son más novedosas. Todas van encontrándose de modos más o menos desordenados.

¿Leí alguna novela? Salto al momento histórico reflejado; intuyo la ideología de quien escribe; veo reflejadas cuestiones religiosas o de género. 

Por momentos no sé bien de dónde vienen, por qué aparecen, a dónde llevan.
Pero están. Se encuentran, tiran unas de otras para salir, para decirme algo.
Escucho.

2 de diciembre de 2013

Aspiraciones

Una de las máximas del budismo, una de sus verdades nobles, es que el origen del sufrimiento es el deseo, el anhelo. Dicho rápido, para eliminar el sufrimiento hay que eliminar su causa: si no hay deseo, anhelo, no sufrimos. 

En cierto sentido, adhiero: hay mucho deseo inútil que causa sufrimiento inútil. Es un deseo que pongo cerca de la envidia, del consumismo, del egocentrismo. 
En otro sentido, no adhiero: hay mucho deseo que potencia el desarrollo, el encuentro, el crecimiento, la búsqueda constante. 

Eliminar el deseo lastre, afianzar el deseo que eleva.
Deseo desear bien.

1 de diciembre de 2013

Atravesados

Charlaba con alguien que tuvo un burn out muy grande del que no termina de recuperarse del todo decía:

-Por momentos no quería vivir más, nada tenía sentido. No tenía fuerzas y me daba pánico pensar en el mañana, no en el futuro: en el día de mañana. Físicamente no podía más que pasar de la cama a una silla. No podía concentrarme ni para ver la televisión. Sentía que nunca más iba a ser el de antes. Es una bendición haber vivido esta experiencia tan fea. Me siento más compasivo, con mayor capacidad de empatía, más humano.

Mientras escuchaba sentía y pensaba: qué bueno capitalizar situaciones así, encontrar en la herida la sanación, en la muerte descubrir posibilidades de vida. Al mismo tiempo pensaba y sentía que es una lástima tener que lpasar por tanto para llegar a tanto: ojalá nos avivásemos antes.

30 de noviembre de 2013

Horror vacui

Si visito a alguien que vive en un edificio de varios pisos, me gusta asomarme por el balcón. En realidad la altura me da un poco de miedo, así que me asomo haciendo contrapeso con la cola, no sea cuestión que la cabeza haga peso y caiga. Y me aferro a la baranda del balcón, por dudas que el viento sople fuerte y me vuele. Lo sé, no tiene lógica. Nada tiene lógica. Podría no asomarme. Sé que mi cabeza no pesa tanto. Sé que es improbable que haya un viento capaz de levantarme. Pero hay algo en el vacío que me atrae y aterra: necesito mirarlo.

Siento que el miedo tiene que ver con una duda básica: ¿qué pasa si el vacío me atrae demasiado?; ¿qué pasa si me dejo ir?.

El vacío, la libertad, la locura, el riesgo, la muerte, la nada, dios, Dios. Llaman. Atraen. Repelen.

29 de noviembre de 2013

Desde el norte

Vuelvo cada tanto al Norte del país. Al paisaje y a la gente. A los compañeros de viaje. A las comidas. A
los traslados de un lugar a otro. Al sol pleno. Al fresco de la noche. A la historia. A las historias.
Me vinieron ganas de sentarme en la plaza de Purmamarca a ver, a ver nada y todo. A comer un sandwich enorme de jamón y queso preparado ad hoc. Una manzana. La brisa debajo de los árboles. Ver muchas posibles fotos pero no sacarlas: eso, no quitarlas, sacarlas, tomarlas, sino dejarlas. Los puestos que rodean la plaza, los colores tierra de las casas, los del cerro, los de las mantas. Un par de pájaros que toman agua de la canilla que gotea y se acercan a comer las migas que dejamos caer. El perro infaltable. La siesta que se avecina y baja el ritmo.

Sentir, profundamente, que soy ajeno y a la vez, sentir profundamente que podría ser mi lugar. Que lo es.
Deseos.

28 de noviembre de 2013

Pequeñas diferencias

La corrección política llevada al extremo: circunloquios, supuestos, eufemismos.

"No veo razas, veo personas, no más", le oí decir a una persona bastante cercana que vive hace décadas en Estados Unidos cuando le pregunté por el amigo de su hijo, el que era negro. ¿No distinguís un negro de un mulato, blanco, mestizo? Es preocupante, tendrías que ir al oftalmólogo porque tenés un serio problema de acromatismo, pensé.

Iba por otro lado: reconocer la diferencia, decirla, en la cabeza de esta persona -¿de esa cultura?- es lo mismo que despreciar lo diferente. Y como eso sí que estaría mal, mejor es decir que no hay diferencia, que todos son iguales, confundiendo así la igualdad política, de derechos, de obligaciones, con una uniformidad que es impuesta, que es imposible.

Pero que queda mal nombrar.

27 de noviembre de 2013

Olores que matan

Estábamos en el campo. Íbamos a pasar un par de días en la casa del familiar -¿abuela, tío?- de un amigo. Después de un viaje interminable en tren, llegamos. Los caseros habían abierto la casa principal para que se ventilara. Había, sin embargo, un olor raro, húmedo, animal que no llegaban a cubrir ni las flores ni los espirales contra los mosquitos.

-Es olor a guano de murciélago

Ni en mil años hubiese adivinado. Hoy es un aroma que reconozco, que se sumó a mi registro olfativo.

Pensaba análogamente: hay otros registros, capaz más intelectuales unos, más intuitivos otros, que me hacen oler y reconocer cosas que por ahí para otros pasan inadvertidas. Y no entiendo cómo pasan inadvertidas, cómo no es evidente. Ahí recuerdo el olor a guano de murciélago.

Si no hacés experiencia, si no te animás a oler, difícil que lo notes.
No podemos, no puedo oler por el otro. Aunque apeste la realidad.

26 de noviembre de 2013

Tiempos de ida y vuelta

Puedes venir a reclamarte cuando quieras.
He conservado intacto tu paisaje.


Mario Benedetti, Asunción de ti.

¿Dónde queda lo que fuimos?

Pasó ayer a la tarde Mariu, con quien no nos veíamos hacía tiempo. La pequeña que conocí de 15, 16 hoy es una mujer de 31, pediatra, a punto de realizar la segunda rotación en su área en el exterior, separada recientemente de su pareja.

Compartíamos un poco de nuestro presente; traíamos la memoria del pasado compartido más cotidianamente. En este momento ella es mayor de lo que era yo cuando nos conocimos. Pasó el tiempo. Nos pasó el tiempo.

Pero cuando conversábamos, cuando la despedí, sentía, sentí que lo que fuimos no está lejos: está en lo que somos hoy. Cerrando los ojos, escuchaba a la joven de 16, contando las cosas de la mujer de 31.
Lo que fuimos estaba en nuestro pasaje mutuo: el de antes y el de hoy.

25 de noviembre de 2013

Diversas (in)tolerancias

  • raza
  • género
  • orientación sexual
  • religión
  • lugar de nacimiento 
  • origen social
  • idioma
  • color de la piel
  • del pelo
  • trabajo u ocupación
  • profesión
  • elección vocacional
  • el lugar donde se habita
  • la cantidad de educación formal recibida
  • el acento
  • gustos musicales/deportivos
  • equipo de fútbol
  • opciones políticas
Una breve lista de motivos para sentirse:
  • superior
  • inferior
  • par
  • discriminado
  • discriminador
  • incluido
  • incluyente
  • de mente abierta
  • de mente cerrada
  • demente
A elección honesta: ¿quién no se anota en un par?

24 de noviembre de 2013

Ojos de cielo

"Fernando se acercó y el niño lo rozó con al mano:
-Decíle a...-susurró el niño-
-Decíle a alguien, que yo estoy aquí"

(Nochebuena, El libro de los abrazos, Eduardo Galeano)

Me enganché con la mirada que se niega, que niego, que me es negada.

Pensaba en cómo evito hacer contacto visual con quien percibo que quiere pedirme algo: sea quien mendiga monedas, quien quiere tiempo. 

Pensaba en cómo no miro al costado cuando en el costado están los pibes fumando, tomando, perdiendo vida.

Pensaba en cómo ser mirado, reconocido. Ser destacado de en medio de otros. Rescatado por la mirada.

Pensaba en cuánto hacemos para ser mirados: los gritos, los maquillajes, las ropas -metáforas- para ser elegidos.

Reviví momentáneamente, miradas que me salvaron, miradas con las que condeno, miradas que me dan aire, miradas que piden: decíle a alguien que estoy acá.

23 de noviembre de 2013

Palabras de peso

Todo Nada Siempre Nunca

Absolutas. Palmarias. Inevitables. Determinantes.

En talleres o cursos que he hecho repetidamente aparecía lo fuertes que son estas palabras: todo, nada, siempre, nunca. No dejan lugar, ni un resquicio, a otra posibilidad.

Nunca me escuchás.
Siempre lo mismo.
Nada me conforma.
Todo está mal.

Aparecen en reproches, en acusaciones, en mucho de nuestro deber ser.
Claro que hay nuncas, siempres, todos y nadas que son deseables. Limitados por peso que les ponemos:

Nunca más me vas a pegar.
Siempre me sentí amado.
Nada me quita la paz interior.
Todo ser humano es mi hermano.

Nunca dejes de amar.
Siempre rechazá la injusticia.
Nada está perdido.
Todo pasa.

Depende.

21 de noviembre de 2013

Chispazos eternos

Visitaba a un vecino que está internado desde la semana pasada. Hasta ese momento estuvo en su casa, luego de una operación que lo postró y con un cáncer que no le dio tregua -y que no terminaron de blanquearle en un intento de protegerlo-. La cuestión es que desde el miércoles de la otra semana lo han internado y ya lo han sedado para evitarle más dolor. 

Un par de días atrás, charlando con la esposa, le comentaba que sería bueno -y doloroso- que aprovecharan este momento para clarificarle la situación y poder despedirse, cosa que antes de la sedación tuviesen él, ella, la hija, la posibilidad de decirse hasta luego.

Hoy lo visitaba, decía, y estábamos ahí, rezando, despidiéndonos; él ya sumido en el sopor de la inconsciencia, los demás diciéndole cosas con cariño, bendiciendo su vida, asegurándole y reafirmando su amor por él, acariciándolo... 

Esos momentos duros, dolientes, esperanzados...
Sagrados.

El tiempo (no) pasa

De las cadenas que llegaban por correo, en hojas de papel, a las que invaden el correo basura de las casillas electrónicas.
De las cadenas de oración sinceras a darle me gusta y compartir a cuanta cosa ande en Facebook o Twitter y con eso satisfacernos.
El cuento del tío en el que cayeron nuestros mayores fue es reemplazado por los mensajes que adjudican préstamos y autos.

Hay un dejo fetichista y mágico que crece a la misma velocidad que la tecnología  y la inventiva para seguir reciclando esperanzas y engaños.

20 de noviembre de 2013

No tan sapiens

Los pintores renacentistas -no sólo ellos- proyectaban en el pasado sus propias costumbres, modas, maneras de entender el mundo. Aparecen así Madonnas que representan a una campesina galilea del siglo I vestidas como señoras ricas de la Florencia de los Medici. Aparecen también escritores que ponen en personajes anteriores a la era cristiana pensamientos eclesiásticos medievales.

La Ilustración comenzó a hacernos conscientes de la historicidad; Internet nos regaló el pasaporte de ciudadanos globales; en Argentina vemos canales de TV europeos, norteamericanos.

Pero siento que seguimos como si nada, poniendo nuestros ropajes al homo erectus. Pero ropaje moderno.

19 de noviembre de 2013

Loco él y loco yo

La locura o cordura es cuestión de interpretación.

Los mismos hechos interpretados por una u otra persona pueden ser delirios o realidad. Una enfermedad, por caso, puede haber sido causada por un trabajo o más por una bacteria pedestre y simple. Soñar con un familiar muerto pude ser expresión del deseo de verlo o un oráculo del más allá que revela un hecho ominoso. La torpeza crónica que causa accidente tras accidente es o una inadecuada percepción del espacio o un intento repetido de alguna entidad que quiere herir.

El borde es difuso.

18 de noviembre de 2013

Ni idea

Encontré en medio de las hojas de un libro una tarjeta. Veinte años atrás alguien me agradecía efusivamente que le hubiese dado una mano y lo importante que fue en ese momento mi presencia.

Me avergüenzo porque no recuerdo el nombre. La descripción del momento puede ser desde un duelo a una visita, no especifica más. No tengo ninguna memoria pegada a esa tarjeta, a ese nombre. No dudo que el agradecimiento y la mano dada hayan sido reales.

¿A cuántos, inadvertidamente, le haremos tanto bien, tanto mal?

17 de noviembre de 2013

Salida teatrera

El miércoles fui a ver una obra de teatro que dirigía y producía un amigo querido y en la que actuaban otros amigos.

Sirvió de excusa para además salir con Facundo que ya tiene 14 años. Salida de varones, tío y sobrino, sin hermanas (suya o mía). Un pequeño periplo en colectivo desde Victoria hasta Palermo.

Era la primera vez que Facu veía teatro de veras: es decir, ni musical, ni programa de TV llevado al teatro, ni megaproducción. Un grupo de personas, en el escenario, haciendo de otras y nosotros creyéndoles. Llegamos, sacamos las entradas, esperamos un poco, saludamos al director y dieron sala. Era un placer escucharlo reírse, contarle por lo bajo algún detalle, mostrarle ese o aquel personaje que quedaba en segundo plano pero hacía algo que "robaba" escena.

Terminó la obra, saludamos a un par de conocidos, salimos... 
-¿Te gustó?
-Sí, muy buena. Me gustó el de traje, el que hacía de empleado de cable, la mujer...
-A mí me gustó mucho venir a verlos y que me acompañaras.

Charlamos un poco más en el colectivo a la vuelta. Me da gozo que descubra estas cosas que amplían horizontes. Me da gozo su compañía. Estos momentos tejen futuro, celebran el presente.
Somos afortunados.

16 de noviembre de 2013

Espejados

Conocer la historia ajena o propia ayuda a saber cómo reaccionamos, por qué lo hacemos, cuáles son las motivaciones que nos mueven, por qué hacemos algunas cosas a pesar nuestro, cómo es que los errores que cometemos suelen ser los mismos... No ayuda también a empatizar, comprender, perdonar, soportar.

Pero a veces creo que se convierte en una excusa: como conocemos nuestra historia, como el otro conoce la nuestra, nos escudamos en ella para no crecer, para no desarrollarnos, para cambiar y seguir reaccionando, moviéndonos con cualquier viento, equivocándonos -sin creatividad, siquiera-...

Virtud y defecto de la mano.

15 de noviembre de 2013

En el nombre de (¿qué?) dios.

Un grupo de extrema derecha religiosa irrumpió días atrás en la catedral católica de Buenos Aires ( http://www.perfil.com/sociedad/Fanaticos-arruinan-un-acto-de-la-Noche-de-los-cristales-rotos-en-la-Catedral-20131112-0042.html). Se estaba llevando adelante una celebración interreligiosa en conmemoración de La Noche de los Cristales Rotos. Había judíos, cristianos de diversas confesiones, y otros que quizá no pertenecían a ningún credo. Quienes entraron, quisieron impedir el encuentro, denunciando a los "adoradores de falsos dioses" y rezando violentamente. Nefastos.

Los lefevbristas, que de ellos se trata, se separaron formalmente de la iglesia católica romana el 17 de junio de 1988. Consideran que el Concilio Vaticano II traicionó la fe; Ratzinger, incluso, les parecía un blando heterodoxo. Nefastos, mentirosos, retorcidos. Basta pasar por cualquier página web que les pertenezca a ellos o sus secuaces para sentirse en una baja Edad Media. ¿El evangelio, como mensaje de gracia y libertad, de justicia y encuentro? Bien, gracias.

Más allá de todo... ¿qué tipo de psicología lleva a alguien, en el siglo XXI, a aferrarse a lo más reaccionario de la derecha (ex) católica? ¿Tanto miedo da lo diverso, lo plural, la libertad? Me dio -me da- pena y miedo ver muchos jóvenes fundamentalistas, tanto en el cristianismo romano, en las variantes protestantes, en el Islam, en política... Ahí están: segurísimos de poder ser adalides imbatibles de la verdad y la divinidad, dentro de la seguridad neurótica que les supone saber lo que ¿dios? quiere.

Otros no llegan a tanto.
Pero porque no se animan, no más.

14 de noviembre de 2013

Alquimistas

Estos días estuve leyendo La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero. Nunca había leído nada de esta autora y quien me prestó el libro lo hizo porque suponía que cierta mirada de género me iba a gustar. Me gustó, además, por muchas otras cosas. Ya el primer párrafo, dos o tres oraciones sobre el nacer y morir, son suficientes para leer hasta el final.

Montero escribe una ¿biografía? de Marie Curie, d/escribiendo su propia viudez reciente, su amor, sus logros. Sus, de ellas, de ambas. Cada tanto Montero sale, interpela al lector, dirigiéndose a nosotros en imperatativos: piensa, recuerda, adivina. Nos sumamos al diálogo, asentimos, acordamos, con-sentimos.

No había leído nada de Montero, decía. De Curie sabía que había sido una gran científica y premio Nobel.
Hacia el final, comulgo con ambas en la idea repetida y amada: 

Al final, en efecto, es una cuestión de narración. De cómo nos contamos a nosotros mismos. 
Aprender a vivir pasa por la #Palabra.

Eso, no más.

13 de noviembre de 2013

Día libre

Cuando en día de semana íbamos al campo de deportes del colegio -ir al bajo, le decíamos- era un día libre. No había clases en el aula, usábamos el uniforme de gimnasia, llevábamos comida y bebida, podíamos hacer algo distinto a lo de cada día.

No recuerdo cuál era la excusa o el motivo que nos posibilitaba gozar uno de esos días: en mi fantasía era porque nos portábamos bien, pero no lo puedo asegurar. Entre primero y séptimo grado no sé si fuimos tres, once o cuarenta y siete veces.

Colegio de varones, así que ir al bajo era sinónimo de jugar al fútbol o armar equipos para competir -sí, competir, la diversión no contaba, por más que los perdedores dijéramos que era lo importante-en carreras, saltos, softball, o lo que fuese. Comíamos sucios y cansados.

Sigo sin saber por qué íbamos: si era premio, si estaba preestablecido, si...
Sospecho que no saber era parte de la estrategia de la época.

12 de noviembre de 2013

Conciencia precoz III

No tendría más de 7 años. Eso seguro porque no había nacido mi hermana menor todavía. No recuerdo si estaba enfermo, si era sábado o qué, lo cierto es que estaba en casa, en la cama de mis padres, y era de mañana. Tocaron el timbre. Era una nena, un poco más grande que yo, pidiendo (¿comida?). Mis padres no estaban. Atendió mi abuela y dijo que en ese momento no había nada. 

Puede que fuese cierto, puede que a esa hora de la mañana aún no hubiesen hecho las compras -se compraba lo de cada día en esa época-. Algo se me movió en la conciencia. Cuando al rato me llamaron a desayunar, no pude comer el pan con manteca, no pude tomar el café con leche. Estaba triste. Enojado. Tristeza porque había escuchado a alguien pedir comida, enojo porque no la habían ayudado. Estaba enojado con mi abuela -la única vez que me enojé con ella, creo-. Le dije, en el enojo, que había mentido, que había pan en casa, que no quería comer nada. Hice -no sabía cómo se llamaba- una huelga de hambre que no duró más que hasta el mediodía.

Ese día descubrí que la pobreza estaba cerca. Que no era justa. Que me daba tristeza el hambre ajeno.
La memoria de esa chica me sigue doliendo.

11 de noviembre de 2013

En carne y hueso

La certeza de la muerte espanta: la única certeza cierta, valga la redundancia. 

Al mismo tiempo, es espectáculo y cifra: 10.000 muertos en un tifón, un asesinado durante un asalto, un cuerpo que aparece y cercena la esperanza.

A fines de la Edad Media se desarrolló un género literario y teatral llamado Danza Macabra, donde la muerte era personificada -y lo es hasta hoy- como un esqueleto que, guadaña en mano, espera paciente a todos.

En México celebran el Día de Muertos y recuerdan a los suyos, los visitan, llevan comida a los cementerios, comen y beben en las tumbas, en su honor.
Los zombies, muertos difíciles de matar, pueblan las pantallas y los videojuegos puntúan la cantidad de muertes y disparos.

La certeza de la muerte espanta, pero la necesitamos. Lo sabía Saramago al escribir Las intermitencias de la muerte. Nos morimos de pura vida.

10 de noviembre de 2013

Sacudidas

Las piedras hacen círculos cuando caen al agua. Los círculos van desapareciendo a medida que se alejan del centro. La superficie queda tranquila de nuevo. Todo como antes.

Lo que no sabemos es qué sucede cuando la piedra va cayendo, qué produce pasando la superficie, si golpea a algún pez, si remueve el limo al tocar el fondo, cómo transforma ese guijarro, canto rodado, adoquín el paisaje más allá de lo que percibimos.

Así siento que (me) sucede con algunas ideas, palabras, personas.

9 de noviembre de 2013

Odiseas

Cada tanto en el barrio se escuchan tambores: alguna murga ensayando hace llegar su sonido persistente, monótono, rítmico. A lo lejos suena agradable, pero sé que si estuviera ahí no soportaría el ruido. Que me retumbarían los golpes en el esternón sin más descanso que el tiempo que la manguera tarda en volver a dar
en el parche. Y ni descanso sería porque estaría esperando con ansiedad y miedo el próximo golpe.

Me venía esta imagen cuando escuchaba a una persona hablar de una relación en la que había estado envuelta. Cuando estaban juntos, se acumulaban los golpes mutuos -verbales, psicológicos, físicos-. Ahora, con el vínculo cortado, con distancia en tiempo y espacio, la música seduce.

Sirenas modernas; Ulises vive.

8 de noviembre de 2013

De la mano

Madre con niño de 4 años, más o menos. Caminan sueltos. Ella manda mensajes por su celular. Cuando llegan a la esquina el niño cruza. Ella lo insulta, lo agarra violentamente y lo sacude, mientras no deja de decirle bestialidades. Me atraviesan la impotencia y la bronca. Casi intervengo, pero no me dio el valor.

En pequeño estaba siendo niño, nada más. La adulta, ¿qué estaba siendo-haciendo? Suponiendo que el mensaje que enviaba fuera sumamente urgente, ¿era más urgente o importante que el pequeño que iba suelto -suelto de la mano, de la mirada, de la atención-? 

Soy de las personas que no creen que los pequeños deban hacer lo que quieran todo el tiempo; obvio, porque no tengo hijos. Reaccionariamente creo que la claridad, los límites, mantener una relación recíproca aunque no simétrica, la firme ternura hacen bien.

Por un momento me puse en el desconcierto del niño: de no ser percibido por la mirada adulta, de ser disminuido con violencia. Pobre. Pobres ambos.

7 de noviembre de 2013

Bajo la alfombra

Una de las pocas revistas que me compraron sistemáticamente de pequeño fue la colección de Érase una vez... el hombre. Semana a semana salía un fascículo que abarcaba algún tiempo histórico, comenzando millones de años atrás, asumiendo la evolución como teoría, pasando por Grecia, Roma, el Renacimiento...
Unos dibujos animados desarrollaban un poco más las ¿historietas? que repetían, a lo largo de eras y épocas, los mismos personajes: Pedro, Flor, el Maestro, el Gordo, el Tiñoso... 

Eran fines de los 70 o principios de los 80. En Argentina, aún estábamos atravesando la dictadura. Me acuerdo un fascículo que fue burdamente censurado: de las ocho viñetas que venían en cada página, cuatro de una página aparecieron cubiertas por un papel pegado encima, una publicidad de algo. Cada viñeta venía numerada y era claro que debajo de ese papel, había cuatro ocultas. Con paciencia y vapor, la fui despegando: no soportaba que se me ocultara parte del saber: eran unas críticas a la iglesia católica medieval o renacentista, no recuerdo bien.

Ese mínimo gesto de querer saber me sigue acompañando. En muchas oportunidades sigo despegando para ver más. No siempre es lindo, pero siempre es bueno.

6 de noviembre de 2013

Onírico

Soñé que estaba en el secundario y que repetía, me llevaba materias, no iba nada bien-claro, leía esos días
The catcher in the rye-. Entre las cosas raras que sucedían, aparecían compañeros que en realidad eran del primario. Había también un par de profesores que me fueron importantes. Tenía el uniforme, blazer azul y corbata tricolor incluidos. El patio y la galería. Las puertas color verde inglés. 

Reconocí las caras de varios: con muchos habíamos también hecho el primario. Recordé nombres olvidados.
Pero lo que más me asombró fue que yo era enteramente yo: es decir, salvo el hecho de repetir el año o llevarme materias, cosas que jamás me pasaron, era yo tal como me percibía a esa edad y tal como recuerdo esa percepción. Nada estaba fuera de lugar, todo era enormemente normal.

Como si el que se hubiese dormido y soñara no fuera el hombre de 42 sino el adolescente de 16, 17. Como si me hubiese ido -o venido- a visitar.

5 de noviembre de 2013

Hasta diez II

Retomo de un par de posts atrás.

Negar lo que no entiendo porque se escapa a mi capacidad, desmerecer a quien no tiene mis valores, achicar la realidad a lo que veo desde mi ventana, limitar el mundo al recorrido del colectivo que tomo, desconfiar de la comida que no probé, desaprobar al libro por la tapa, juzgar el bronceado ajeno con anteojos oscuros.

Algunas maneras de las miles que se me atraviesan en mis prejuicios.
Fuera de pretender ser objetivo, me conformo con poder clarificar/me mi lugar. Intento no pedir honestidades que no estoy dispuesto a otorgar recíprocas.

Es tremendamente irónico que en tiempos globales e inmediatos tengamos miradas tan miopes.

4 de noviembre de 2013

Ménage à trois

Antes de dormir leo. Por lo tanto, más de una vez en los sueños se me cruzan pedacitos de lo que leí entretejidos con residuos diurnos y tantas otras cosas que me dan vueltas por el inconsciente.

Conviven personajes con personas, con monstruos, con recuerdos, con anhelos disfrazados, con deseos explícitos.

Suele pasarme que me doy cuenta que estoy soñando, tal es el nivel del absurdo -y de mi super yo policíaco-. Cuando eso sucede, me entrego con más ganas a lo onírico: en promiscuo montón la pasamos bárbaro.

3 de noviembre de 2013

Hasta diez

-¿Qué es la verdad?, le preguntó un discípulo a Buda.
-¿Hasta cuánto sabés contar? respondió Buda, preguntando.
-Hasta diez.
-Entonces, tu verdad es diez.

Pila de años atrás escuché esta mini-historia. Se me vuelve a presentar cada tanto.
Al verme y escucharme. Al ver y escuchar a otros.

Cuando siento que como no somos capaces de ampliar miradas u horizontes, negamos: ¿no estuvimos, por ejemplo, en Australia? Entonces Australia no existe. Aunque me atropellen los canguros, vea.

2 de noviembre de 2013

Los trabajos y los días

Cuando en los últimos años de la secundaria pasé por el gabinete psicopedagógico del colegio para hacer un
test de orientación vocacional, quedó más que claro que las exactas no eran lo mío. El terreno de las humanísticas indudablemente era el que había que recorrer.
Confirmaba así una intuición y me afirmaba en tres o cuatro vocaciones posibles. Había algo en los seres humanos que me intrigaba y llamaba, algo entre el deseo de entender, ayudar, enseñar, acompañar procesos...

Elegí ese camino y hay mucho de eso en mi vida y trabajo. Me da gozo poder estar cerca de otros/as y que mi vocación lo posibilite. Eso sí: hay días en que lamento profundamente no trabajar con máquinas, motores o cosas inanimadas. Lo mismo que gozo -las personas con toda su riqueza- es lo que me agota y frustra. Por suerte esos días son los menos.

1 de noviembre de 2013

Abracadabra

Durante un tiempo creí, como la mayoría, en Papá Noel, el ratón Pérez, algún genio o hada de cuentos que convivían con el dios cristiano, alguna virgen y algo más. 

Cuando rezaba a la noche, antes de dormir, todos eran destinatarios de las oraciones. La magia, la fantasía y la fe se me mezclaban.

Poco después, descarté a los personajes de fantasía y me centré -catequesis mediante- en Jesús, María y Dios. Desaparecía la fantasía. La fe empezaba a personalizarse. La magia seguía.

Sigo siendo un hombre creyente y practicante: creo que Jesús es mesías y redentor. Que su propuesta es válida y valiosa. Sigo rezando con fe. Voy entendiendo que la magia no existe. Que existen muchos y muchas que se empeñan en una fe que se haga carne. Creo en ellos. También.

31 de octubre de 2013

30 años después

Ayer en Argentina se cumplieron 30 años desde las elecciones con las que volvimos a la democracia. Yo
tenía 12 años y apenas me estaba enterando de que tener militares en el gobierno no era lo que había habido siempre.

Tenía, sí, un vago recuerdo de Perón y su muerte y de la huida de Estela Martínez en helicóptero. Es claro que en casa de política no se hablaba.

Acompañé a mi abuela a votar; caminamos cerca de 1 km hasta el colegio donde le tocaba. Ella andaba cerca de los 70 y la mayor parte de su vida había transcurrido entre golpes de estado. Muchos votaban por primera vez. Otros volvían a hacerlo después de más de siete años. Había algo glorioso en el aire.

Dicen que es la primera vez que tenemos 30 años seguidos de gobiernos electos por votación popular. Me resulta raro creer que lo que hoy parece un valor inalienable haya sido puesto en duda, entre paréntesis. Celebro los pasos dados hacia más derechos, más justicia, más libertad.

Espero, deseo, sigamos dando pasos. Por tantos que pelearon por un sueño que de a poco, con insomnios, pesadillas y apneas vamos viviendo.

30 de octubre de 2013

Entrañas

Tener la mirada aguzada en algunos temas a veces no es divertido, es un karma.

Mamá, por ejemplo, a metros distingue la calidad de una prenda de vestir.
Una amiga diseñadora gráfica, sufre cuando abre una revista.
Otro tiene un innato sentido de la totalidad: mira y analiza todo desde la mirada de conjunto.
Otra, automáticamente, piensa en cómo afectará a los más vulnerables tal o cual medida.
Leer o escuchar cosas que desmerecen un género o que repiten estereotipos y originan menosprecio, me resulta violento.

Nos resulta inconcebible, a menudo, que cosas obvias no lo sean. 
Duele que descalifiquen las miradas más intuitivas, más de entrañas, casi inexplicables. 
Experienciales. Intransferibles. Primarias. 

29 de octubre de 2013

Los unos y nosotros

Hay gente que

  • es flaca sin dietas
  • aprende sin estudiar
  • baila con talento innato
  • le encanta hacer deportes
  • apenas se acuesta, se duerme
  • es hermosa apenas se despierta
  • se orienta sin mapas
  • no transpira ni con 39º a la sombra
  • es buena por naturaleza
  • quiere a todos
  • es querida por todos
  • mantiene la calma en todo momento
y estamos los demás.

28 de octubre de 2013

Medalla al mérito

La meritocracia -gracias, Pablo Reynoso por recordarme la palabra- nos dice que nuestros esfuerzos y
méritos deben ser recompensados. En principio, estoy de acuerdo.

Dejo de estar de acuerdo cuando descalifico a los que no tienen los mismos méritos porque, a mi entender, no se esforzaron como es debido y por lo tanto, no merecen lo que yo tengo. 
Así se desprecia a los que no tienen las mismas oportunidades por razón de su origen, clase social, o lo que fuere. Así se sigue despreciando en masa a los que no llegan ni pueden llegar si no es con una mano.

La meritocracia -el liberalismo sabe de eso- lleva al individualismo extremo. Lo que logro, como lo logro por mí mismo, es para mí mismo: yo no tengo por qué sostener vagos, dice el que heredó apellido o bienes. El otro es enemigo o sospechoso. Puede sacarme lo mío. Puede llegar a ser como yo.

El mérito que quiero tener es ser humano, solidario, hermano.
Me sobra.

27 de octubre de 2013

Recorridos II

El abanico infinito de posibilidades que aparecen en cada esquina, página, persona, tema, me ponen frente a la imposibilidad de abarcar todo, de tener que optar, elegir por dónde ir, qué descartar, qué atesorar.

Voy viendo que hay caminos que ya descarté, o porque considero que (para mí) no valen  la pena, o porque no me interesan o porque es necesario probar otros lugares.

Otros caminos ya son conocidos y fueron mil veces transitados: me son familiares aunque no siempre placenteros. Otros los elijo aunque sean arduos.

Hay tanto por ver.

26 de octubre de 2013

Recorridos

Estando en Nueva York post caída de las torres -años atrás visitando parte de mi familia- una de las cosas que me gustaba más era reconocer en la ciudad lugares que conocí en TV o cine: Times Square, Broadway, los puentes, Brooklyn, Chinatown, Little Italy, Chelsea, , el MOMA, MET, Central Park, la Estatua de la Libertad.

Como si en lugar de conocer la ciudad quisiera re-conocer, sentirme menos extraño y extranjero. Por suerte, caminando de un lado a otro, me encontré con lugares nuevos y personajes que me encantaron: un mercado de artesanos al aire libre en el SOHO, un ecuatoriano que soñaba el sueño americano mientras vendía bijouterie, una catedral anglicana ahí no más de Harlem. Ampliaron el mapa mental que tenía.

Asociación libre: cuando empiezo a leer algo, a estudiar un tema, cuando conozco a una persona o me encuentro en un grupo nuevo, también busco primero paisajes conocidos: a veces termino en lugares sorprendentes.

25 de octubre de 2013

Contenido continente II

Pensaba también cómo lo narrado es lo que cambiamos cuando algo de la realidad no nos sirve, nos perjudica: desde la mentira del "yo no fui" primordial pasando por los testigos protegidos que deben aprenderse su nueva historia.

Los pequeños que cuando juegan crean un mundo con sus palabras: dale, hagamos como que hay un dragón y que yo lo vencía y que vos... Un mundo de más cierto que el real: no sirve que el perro sea sólo perro, lo cambiamos en dragón.

Pensaba, también, en como decirnos, narrarnos lo que queremos o deseamos nos va haciendo ir hacia eso. Nos pone en marcha: no me gusta este trabajo, sueño con cambiarlo, estaría más contento. Siguiendo ese relato, podemos dar pasitos.

Me sonaba, también, como decirnos contarnos por dónde queremos crecer, de qué modo.
Por dónde.

24 de octubre de 2013

Contenido continente

Retorna una idea: estamos hechos de relatos,
de palabras.

La manera en que miramos a un grupo de personas depende en gran parte de lo que hayamos oído sobre ellas. Lo que pensemos de un lugar que no conocemos, lo armamos con las palabras que nos cuentan sobre ese lugar. La imagen que tenemos de nosotros mismos se originó en lo que otros nos han dicho de nosotros en un espejo desigual. El dios en que creemos es el que nos narraron.

Los maestros del espíritu en la tradición judeocristiana invitan a escuchar la palabra. Freud encuentra en las palabras un camino de sanación. Poner en palabras ayuda a sanar, entender, orientar.

Retorna una idea: lo que nos han narrado, nos hizo lo que somos.
Cuando tomamos la palabra, podemos re-crearnos.

23 de octubre de 2013

Lejos de mí, por favor

Lo que más aprecio de Internet, además de la magia de Google, son los sitios que se dedican a recoger cosas absurdas, ilógicas, ridículas, dichas, hechas, propuestas por alguien.

Desde la que se entera que Titanic antes que una película fue un barco que naufragó hasta las respuestas serias (?) que da Yahoo answers. La falta de lógica, la ceguera ante lo obvio, la rampante ignorancia que llega a través de la pantalla me da risa, lástima, placer, pena, espanto, entre muchas cosas. Apoya mi tesis de la tontería humana como experiencia cercana a la eternidad e infinitud.

Cuando deja de mediar la pantalla -de la PC, del celular, de la tablet- y la experiencia es más que demasiado cercana, me desespera. Ni te cuento si es yo mismo soy la causa.
Socorro.

22 de octubre de 2013

Des confiados

Las personas tenemos diferentes umbrales de dolor: lo que a uno le resulta apenas una molestia para otro es insoportable. Por eso creo que, de entrada, no podemos subestimar el dolor ajeno como tampoco magnificarlo.

Lo que me sucede, me parece, es que seguimos creyendo -o sigo creyendo, cada quien leerá en singular o plural- que el dolor propio, físico, existencial, interior, o la forma en que lo enfrentamos, son los únicos válidos. Siento que les pedimos a los demás que validen su dolor para que les creamos.

Eso sin contar a quienes necesitan siempre ser los más sufridores o dolidos. 

Como si dolerse fuera privativo de unos. O como si desconfiáramos del dolor de otros. 
Estarnos vulnerables, dolientes o solidarios.

21 de octubre de 2013

Sanas decisiones

Un fin de semana con muchas cosas, muchos encuentros, mucha mesa. Esos que agotan y dan gusto. Con gente alrededor, bastante gente. Variada. Repetida. De a ratos, demasiado para mí.

En medio de ir para un lado y volver para otro, para volver a salir al rato para un tercero, me cruzo con una mujer mayor, arriba de los 75 años. 
Me paro a charlar unos minutos. Me cuenta que estará sola al mediodía. Que estuvo enferma y nadie la visitó -porque no le avisó a nadie, claro, y fundamentalmente porque nadie la echó de menos-. Que se siente sola. Que ya está cansada de vivir así. Como la conozco, sé que hay algo de verdad y algo que no dice. Que su soledad de ahora es fruto de su manera de -no- vincularse. 

Me siento abrumado por tanto panorama oscuro. Me da algo de pena escucharla. Pienso qué opciones hacemos, hago, para no llegar a estos paisajes.
Ojalá no.

20 de octubre de 2013

Ayer, hoy, mañana II

Cuando citaba ayer a Agustín de Hipona (354-430) pensaba también en que gracias al influjo de las filosofías orientales hemos vuelto a escuchar la importancia del aquí y ahora.

Recordaba también a místicos o escritores de espiritualidad que hacen o de este tema parte de su experiencia a transmitir. Henri Nouwen, uno de los más prolíficos escritores de las últimas décadas del siglo XX llamó "Aquí y ahora, viviendo en el espíritu" a uno de sus últimos libros.

Recordaba también -más visceralmente- cómo cuando el presente se hace insoportable, surgen patologías o trastornos que me son conocidos: la depresión, la ansiedad, el pánico.

Recordaba también que en momentos duros, así como en las recomendaciones de muchas maestras y maestros de oración, respirar y acompasar los latidos del corazón nos ubican aquí y ahora.
Presentes en el presente.

19 de octubre de 2013

Ayer, hoy, mañana

Entre la nostalgia por el pasado y la ansiedad por el futuro se nos escapa el presente. 

Según Agustín de Hipona, "Habría que decir que los tiempos son tres: presente de las cosas pasadas, presente de las cosas presentes y presente de las futuras. Los tres existen en cierto modo en el espíritu y fuera de él no creo que existan" (Confesiones, XI, 20,26). 

Pienso, entonces, que hay que pasar de la nostalgia a la memoria y de la ansiedad, a la esperanza. Que este presente apasionante, difícil, precioso que vivo, que vivimos, está a punto de hacerse memoria camino a la esperanza.

Nosotros en el medio.

18 de octubre de 2013

No es lo mismo

La imposibilidad o incapacidad de vivir con tensiones o conflictos consume más energía que los conflictos mismos. Quiero decir: es inevitable una tensión, una irresolución, un no poder arreglar, resolver.

Siento que así como hay quienes entrenan o enseñan estrategias para resolver los conflictos, tendría que haber alguna ¿materia, cátedra? que nos diga que no todos se pueden resolver. Que algunos está bueno mantenerlos porque "solucionarlos" sería claudicar de nosotros mismos, de nuestras miradas y opciones.
Que decir "acá me planto" no siempre es intransigencia.
Que puede ser una cuestión de respeto por uno mismo, no necedad.
Que no todo es igual. O al menos no nos da lo mismo.

17 de octubre de 2013

Pequeñas r-evoluciones

Cuando llegaba del colegio -colegio privado, así que había que usar uniforme-, lo primero que tenía que hacer era cambiarme de ropa. La orden era que no podía sentarme a almorzar con el uniforme. Desde 1º grado de la primaria a 5º de secundaria, todos los días esa tortura: pantalón de franela gris, zapatos, camisa, corbata, blazer... impecables.

Cuando llegan los hijos de mi hermana del colegio, pueden dejarse el uniforme tanto como quieran. No hay apuro ni necesidad de sacárselo. Debo reconocer que, cuando estoy en casa de ellos, me "violenta" ver que no se lo sacan, que comen, hacen la tarea, se tiran a ver TV, juegan como si nada.

No pasa nada, no se caen los planetas, no es el fin del mundo, no hay terremotos. Sospecho un acto de reivindicación de mi hermana en esa pequeña zona de libertad. 

Una parte mía los envidia. La otra los quiere mandar a cambiarse.
Me quedo con la envidia.

16 de octubre de 2013

Doble standard

¿Quién puede aducir absoluta inocencia y pura bondad?

Cada quien, cada uno pude enumerar al menos cuatro o cinco ideas, hechos, pensamientos, vergonzantes de los que no nos sentimos precisamente orgullosos. Cosas que hemos hecho, deseamos, pensamos. Ayer u hoy, ahí están. Puede ser querer ver a un enemigo sufrir. Puede ser un affaire que ocultamos. Puede ser una mentira y no precisamente piadosa.

No quita que seamos más que esos hechos, deseos o recuerdos. Que esas señas particulares no nos definen por completo. Son frases sueltas en la gran narración que es nuestra vida.

Pedimos para nosotros lo que no somos capaces de dar a otros.
Exigimos a otros lo que somos incapaces de vivir.

Hipocresía, fariseísmo, fingimiento, doblez.
Quien esté libre...

15 de octubre de 2013

Panza arriba

Encontrarnos. Salir a la ruta llevando mate, lonas, cosas para que los pequeños jueguen.
Viajar tranquilos y en menos de una hora cambiar paisajes.
Un asado riquísimo al aire libre. Después, lonas bajo un árbol. 
Los niños juegan a la pelota, pelean, se amigan, lloran. 
Budín de bananas.
Los más peques,  aún en pañales, van, vienen, se tiran encima -uno de otro, de los grandes, de las cosas-.
Se arma la ronda de mate. Continúa la charla, que viene no sabemos de dónde y quién sabe para dónde va.
A unos metros corre un arroyo.
Comer algodón de azúcar entre todos -y algún niño ajeno que se cuela-. Aparece un pedacito de infancia.
Descubrir "pececitos bebés" con un crío de cuatro.
Ver a otros, muchos, disfrutando de la tarde cálida, el pasto, los árboles.
La felicidad nos guiñó un ojo.

14 de octubre de 2013

Mejor callar

¡Dale, animáte!
Ya va a pasar todo.
Fuerza, vamos.
Vos podés.
No te pongas así.
Todo va a mejorar.

¿Y si el ánimo no aparece? ¿Y si todo no pasa? ¿Y si no puedo tener fuerzas y me pongo así porque nada mejora?

Estos días -estos meses, estos tiempos- se dan varias situaciones difíciles para otros cercanos. No es simple estar inútil, silente. No son pavadas simples a las que sí, sin dudas les podría aplicar las frases motivacionales (?). Situaciones que no sabemos cómo van a terminar. O que lo más probable es que no terminen. O que terminen mal. ¿Cómo estar, acompañar, sostener?

Sé lo que no quiero -porque no me sale, porque no me sirve-: engañar/me/los.
Más de una vez no se sabe...

13 de octubre de 2013

Llenar, vaciar, desbordar

Pienso en imágenes. Es decir: se me presentan imágenes como intuiciones. Luego, no siempre, puedo desarrollarlas. Pero están.

La imagen que se me presentó escuchando y viendo a alguien fue la de una jarra llena a tope. Imposible agregar una gota más.

Me disparaba...
Que es imposible recibir algo si antes no hacemos un poco de espacio.
Que muchas veces, aunque reclamamos -atención, cariño, escucha- no estamos dispuestos a recibirlo: de nuevo, hacer espacio.
Que aunque el recipiente no sea atractivo, el contenido puede sorprender. También al revés.
Que incluso un vaso medio roto puede servir, si no para tomar, de florero.
Que tanto un jarrón de la dinastía Ming como una lata sirven para lo mismo.
Que ni la antigüedad es signo de nobleza ni la novedad de apertura.
Que..

12 de octubre de 2013

Pocas cosas

¿Qué es realizarse como persona? ¿Cómo nos realizamos como personas?

Entiendo que cada uno, cada una, tendrá alguna idea o aproximación. Creo que las cosas que hacemos para ser felices, más plenos, más personas, van diciéndonos qué entendemos como realización.
Algunos sienten que se realizan teniendo: dinero, contactos, bienes, conocimiento.
Otros sienten que se plenifican entregando: dinero, contactos, bienes, conocimiento.
Otros pueden prescindir de muchas cosas al punto de olvidarse de su propio bienestar.
Otros pueden prescindir de todo menos de su bienestar, que es como no prescindir de nada.

Yo, no sé. Pero sigo animándome a buscar más, desear más, ser más. O lo intento.

11 de octubre de 2013

Frases des-hechas

Por un comentario de Diego en facebook me acordé de una costumbre adolescente. Es decir: que tenía en la adolescencia. La teníamos yo y varias personas más que conocía.

Buscábamos -o encontrábamos- frases que nos gustaban, nos expresaban, nos decían hacia adentro y hacia afuera. Solía tener algún lugar donde anotarlas. Siendo varón, no tenía diario -elemento femenil- pero como siempre me gustó escribir, tenía alguna agenda o cuaderno.
Las citas iban desde la biblia, pasaban por canciones, poetas, escritores, filósofos... de alguna manera marcaban una postura, una opción, un deseo, un principio. Teníamos 14, 16 años.

Al leer/escuchar a gente ya grande repitiendo, copiando, reiterando como loros frases de amistad, paz, armonía, odios, posturas, definiciones, siento que no cambiamos tanto. Ya no es la agenda o el diario: es el muro de Facebook, los eternos power points, los mantras de moda.
Una pena, vea.

10 de octubre de 2013

Allá, ayer

La lejanía física, temporal, ambas, la que fuere, ayuda a idealizar.
El país que dejaron los inmigrantes en medio de la hambruna de la Segunda Gran Guerra, se vuelve idílico desde América. 
La novia con la que cortamos a los veintipico seguro no sería tan agria como aquella con la que convivimos, antes siempre fue mejor.
Los africanos que migran del Norte de África cruzando el Mediterráneo son compadecidos; los que cruzan las fronteras migrando desde los países limítrofes son despreciables. 
Los pobres de India nos conmueven, los de acá a un par de cuadras, son negros sospechosos que roban.
Extrañamos horrores al amigo que vive en otro país, pero no llamamos al que está a un par de kilómetros.

Entre el microscopio y el telescopio, sin escalas.

9 de octubre de 2013

Políticamente (in)correctos

El sábado, en un taller del que participé, uno de los ejercicios era re-formular frases como para hacerlas menos duras, más digeribles. 

Algunas tenían como meta evitar las generalizaciones: 
Todas las mujeres son iguales// Estas mujeres tienen características similares.
Nunca me escuchás//A veces, cuando te hablo, me parece que no me escuchás.

Otras, buscaban clarificar:
Es un inútil//Para esta tarea no es el más capacitado.
Ellos están en contra//Fulano y Mengano están en contra.

Otras, envolver en algodones una patada:
Es el peor empleado//Para esta tarea es preferible otra persona.
No deja de decepcionarnos//Suele no cumplir nuestras expectativas.

Ok, entiendo el concepto, no soy tan corto.
Pero no dejo de sentir: son casi formas elegantes de mentir.

8 de octubre de 2013

Reflejos

Ser alguien para alguien. 
Ser reconocido por la mirada del otro. 
Ser nombrado por una voz ajena a la propia. 
Cortar con el anonimato de despersonaliza. 

Siento que acá hay algo que está bueno. 

Pienso -me pienso- pasando de largo frente al empleado municipal que barre la calle.
Ignorando con la mirada al linyera que cartonea.
No respondiendo al saludo de quien atiende un negocio.
Cruzando la calle cuando veo un pibe sospechoso.
Haciéndome que no escucho los gritos.

Siento que acá hay algo de miedo.

Dar la vuelta. Revertir.

7 de octubre de 2013

Narices frias

Con mal fingida preocupación se meten en las vidas ajenas. Pretendidamente es para cuidar, proteger, orientar.

Con condescendencia, menosprecio y sentimiento de superioridad pueden ponerse en un escalón desde el cual mirar, reprobar, proponer, decir, regular, regir, juzgar. 

Fariseos, inquisidores, espías, metiches. Perros de hortelanos.

Qué difícil la libertad para los temerosos.
Qué temida la libertad.

6 de octubre de 2013

Cositas

No deja de asombrarme como mínimos gestos, que damos por descontados, que salen casi naturales, hacen tanto bien a otros.
O como gestos mínimos, que nos pasan inadvertidos, pueden hacer tanto daño.

Estos días tuve la suerte de poder percibir con fuerza lo primero: estar presente en el casamiento de unos amigos, participar del taller/seminario que dictó otra, pasar a buscar a una para acompañarla porque no camina con facilidad. Mimos, no más, que nos hacen mutuamente bien.

Ojalá crezcan unos y disminuyan otros.
Para mejor. Para el bien. Para bien.

5 de octubre de 2013

Al lado, a kilómetros

Iba en colectivo hacia el casamiento de Fer y Mechi. Mañana de viernes.

Subo y me siento en uno de los asientos del fondo, de los individuales. Más atrás, una señora con la hija (¿40 y 11?). La madre no dejó de hablar por teléfono desde casa hasta San Isidro; en realidad, bajamos y siguió hablando mientras caminaba. La nena, sentada al lado, jugaba con su celular.

Más allá del rechazo que me provoca escuchar la vida ajena tan impúdicamente -digo, en serio ¿no les causa pudor que más de 20 desconocidos estén oyendo su conversación?-, me dio pena sentir que se estaba perdiendo la posibilidad de un encuentro menos virtual. Juntas, cada una, en un mundo ajeno al aquí y ahora. Una en la pantalla, la otra en el teléfono, ninguna ahí... 

Nada en el lenguaje corporal indicaba que estuviesen enojadas. Ni siquiera eso.
La nada misma. 

4 de octubre de 2013

Eso, lo otro y también

Fondo y figura, interior y exterior. 

Confundir el papel envolvente con el regalo. Pensar que el papel no tiene importancia. O que el regalo, si el envoltorio es despampanante, es más valioso.
Creer que la abundancia de palabras es sinónimo de abundancia de pensamientos.
Calcular el valor de un libro por la cantidad de páginas y el costo por la tapa.

Y también.

No poner cariño en el envoltorio total "da lo mismo".
No poder decir/se ni en lo más básico: ni lo que se piensa, ni lo que se siente.
Retroceder porque la tapa es espantosa y perdernos una joya.

Ni muy muy, ni tan tan.