Gente que se dio una vuelta


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22 de febrero de 2013

Parte de la riqueza

Hay días, como el que mientras escribo voy terminando, que siento haber pasado por un parque de diversiones, subiéndome a todos los juegos, desde la montaña rusa, pasando por el tren fantasma y sin dejar de lado la calesita.

Empezó temprano, demasiado temprano gracias a la lluvia. Siguió doméstico, entre compras y limpieza. Pasó por una visita a una gente querida que está un tiempo en Buenos Aires, con mate y charlas. Colectivo eterno. Leer aprovechando el tiempo. Volver a casa y pasar a comprar un par de cosas que me habían quedado. Alegrarme anticipadamente del encuentro.

Almuerzo rápido y a terapia. Nada nuevo (¿por suerte?). Calor húmedo. El colectivo que tarda. Vuelta a casa a preparar las cosas para la noche. Una pareja querida que se casa y vinieron, trajeron la invitación y el entusiasmo. 

Más preparación para la cena. Leer un rato mientras espero a los que vendrán a cenar. Las charlas. El encuentro. La risa. La emoción contenida. Lo que se va tejiendo. La comida. 

Despedir agradecido a quienes compartieron la mesa. Ordenar un poco, no mucho. Volver a un silencio lleno. Pedacitos de felicidad.

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