Gente que se dio una vuelta


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1 de marzo de 2013

Volver a mirar

Me doy cuenta que casi podría armar un apartado con anécdotas de la verdulería de los bolivianos en la otra cuadra. Nunca sé bien cuántos son. Está Casilda, que es la señora a la que le dan el dinero y da el vuelto. Ella es la más estable, parece la jefa.

Después, hay varios chicos y chicas jóvenes que me desconciertan. Entran y salen de semana en semana. Si hay mucha gente esperando, grito mediante, aparece alguno más que luego desaparece y reaparece. Temo que en la parte de atrás, donde descansan entre clientes, haya una conexión espacio temporal que no entiendo.

La cosa es que ayer fui y había un muchacho nuevo, a todas luces con algún tipo de retraso mental. Lento, muy lento. Había que decirle de a una las cosas porque si no se olvidaba. Le pedí albahaca y me quiso dar perejil. Varias ciruelas estaban machacadas. Lechuga criolla en lugar de capuchina.

En un momento me impacienté, es cierto. Luego me vino a la mente: al estigma de ser aborigen, extranjero, suma el del retraso. Yo no me animaría a tanto. Me surgió un poco -mucho- de admiración. Por él, por los suyos.

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