Gente que se dio una vuelta


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18 de mayo de 2013

Allá en el horno nos vamo' a encontrar

Mientras desayuno me sorprende la noticia: murió Jorge Rafael Videla, primero de los presidentes de facto, dictadores de la última dictadura en Argentina.

Con 87 años estaba en prisión por crímenes de lesa humanidad, como un delincuente más. O como uno de los peores delincuentes. Nunca mostró el más mínimo arrepentimiento o, al menos, un me equivoqué, un se nos fue la mano.

¿Qué siento ante esto? Lo primero que recuerdo es, con siete, ocho años estar en misa en Olivos y que este señor estuviera ahí, normalmente. Y que me toca la cabeza en el saludo de paz. Y que cuando se va, algunos lo vivan. Estuve, no me lo contaron.

Lo segundo es, claramente, alegrarme no porque haya muerto, sino porque la muerte no lo agarró impune.
Lo tercero es asombro ante los límites que alcanza la perversidad y el mal humano y cómo más de uno reivindica a personas como esta.
Lo cuarto, como consecuencia es un poco de miedo: el monstruo vive.

Por suerte aparecen otros, muchos, plurales, que vuelven a decirle que, aunque viva, nunca más.

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