Gente que se dio una vuelta


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12 de julio de 2013

Al tope

Tenemos un vaso lleno de arena y estamos sedientos. Apenas sale una gotita de agua de la canilla. Para poder saciar la sed hay que tirar la arena y poner el vaso a juntar el agua, poco a poco: no hay otro modo
posible.

No tenemos necesidad de la arena. Pero nos cuesta tirarla, nos encariñamos con ella, queda linda en el vaso, la podemos usar para poner un gajo de potus, no sé...

No importa. La cuestión es que muchas personas se aferrarán a la arena, a no perderla, a conservarla aún corriendo el riesgo de morir deshidratados.

Obvio que es un ejemplo, ridículo, extremo.
Pero conozco muchos que son incapaces de largar lo que hace daño, lo que sobra, estorba, no sirve, molesta, antes que animarse a vaciarse para poder llenarse de algo nuevo, renovador.
Arena, ideas y modos que nos hacen infelices...
Por decir algo, no más.

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