Gente que se dio una vuelta


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9 de julio de 2013

La memoria engorda

Siempre me alabaron la memoria y para mí era motivo de algo parecido al orgullo. Desde chico me pasaba que, si escuchaba a mi hermana estudiando algo, al rato podía repetirlo, aunque no supiese bien de qué se trataba. Muchas veces podía recordar citas, datos inútiles, detalles. Ahora menos: la edad no ayuda precisamente.

Igualmente, hace tiempo descubrí que tengo memoria gastronómica. Es decir: dudo si estuve, por ejemplo, en Carlos Keen hasta que recuerdo la parrillada sublime que comimos ahí. Sé que estuve en un mercado en Nueva Jersey por el smoothie que tomé. O en Filadelfia por los dumplings. O en Nono por la milanesa. O en el festejo de Chechu cuando se recibió por la carbonada.

No entiendo por qué, qué nexo habrá entre la cabeza y el estómago. Pero sospecho que debe tener que ver con el placer y la nostalgia de saberme/nos a la vez, necesitado y nutricio. Alimento y hambre. Deseo y satisfacción. Soledad y encuentro.

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