Gente que se dio una vuelta


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28 de diciembre de 2013

Una de cal y una de arena

Crecí con fama de ser torpe. Fama medio merecida, a decir verdad, aunque exagerada. La leyenda familiar dice que no pasaba día sin que volcase un vaso y una vez por semana probablemente lo rompiese.

El tiempo me fue mejorando: hay cosas en las que ya tengo un master de torpeza; en otras me sorprendo: no te digo que te haga un revoque y lo aplique con fratacho, pero me las arreglo lo suficiente como para sentir un subidón de testosterona.


Lo que todavía no logro es  dejar de romper cosas en lugar de arreglarlas luego.

No se puede todo.

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