Gente que se dio una vuelta


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22 de febrero de 2014

All inclusive

Años atrás me gustaba y disfrutaba pasar mis vacaciones acampando en el sur del país. Llegar, poner la carpa, pasar un par de días en un paisaje, levantar campamento, ir a otro lado. Esperaba horas por un micro, caminaba con la mochila a cuestas llevando ahí todo: ropa, casa, comida... nómade por unas semanas.
Era más joven, claro, la incomodidad no me parecía tal, las comidas hechas en fogones sabían a gloria y bañarse en un lago helado si no había duchas no importaba. Conocí de ese modo lugares soñados. Unos campings estaban más equipados que otros que ni baños tenían. Otras veces, una letrina era un lujo.

Hoy necesito una cama al menos digna. El agua caliente, suma. La mochila enorme sigue acompañándome por practicidad, más que nada. Pero sigue intacta la vocación, la necesidad de paisajes que amplíen horizontes y den aire.

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