Gente que se dio una vuelta


© Copyright

Si querés copiar y pegar, claro que podés; pero citá la fuente, ¿sí?. Gracias.

27 de febrero de 2014

Reencuentro

Debía tener menos de cinco años. Habíamos ido con mi familia a pasar el día en un recreo a orillas del río Luján: verde, agua, aire libre, piletas, asado. En un momento me perdí, pero no supe que estaba perdido hasta que me encontraron. Es decir: no sufrí, no me enteré, no registré que me había perdido. Es probable que me llamase la atención algo, o que fuera detrás de una mujer vestida como mi madre, quién sabe. Me encontraron y ahí supe que me había perdido.

No fue la última vez que me perdí: alguna vez me desorienté en la playa; ya más grande me enredé varias veces en los subtes porteños o tomé colectivos en la dirección opuesta. Di vueltas por horas para llegar a pocos metros. La diferencia es que sabía que estaba perdido: al saberlo la angustia se hacía presente, la necesidad de entontrar-me, orientar-me no era de otros, era mía. Dependía de mí.

Como fuere, no se compara a ser encontrado antes de saberse extraviado.
Hay en eso, algo de pre-dilección, de pre-vención, de ser cuidado antes, de estar siendo mirado, esperado, extrañado.
Amor fundante.

No hay comentarios: