Gente que se dio una vuelta


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29 de marzo de 2014

Descendemos de los barcos

En mi barrio hay muchos italianos que llegaron durante la Segunda Gran Guerra o en la post-guerra, la segunda oleada que siguió a los de principios de siglo. Yo mismo, como gran parte de los que vivimos en Argentina, soy descendiente más o menos cercano de inmigrantes. Tengo bisabuelos italianos, un abuelo español, una abuela criolla. Muchos de los vecinos en mi barrio pareciera que han bajado anteayer del barco: hablan un cocoliche inentendible y desprecian a los morochos, anhelando un país que los expulsó.

Entiendo, aunque no llego a imaginar, que el exilio debe ser duro, que aprender una lengua no ha de ser sencillo, que empezar de cero ha de ser desgastante. Pero cuando los oigo en despotricar contra los negros -sintiéndose superiores por el color de la piel-, el país -que les quitó el hambre recibiéndolos y permitiéndoles trabajar-, cerrándose incluso a aprender un idioma luego de más de 50 años y enojándose porque no los entiendo cuando hablan... me dan ganas de olvidarme de la educación recibida y de ciertos valores, pidiéndoles, no muy amablemente, que se vuelvan.

Digan que me queda algún filtro...

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