Gente que se dio una vuelta


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26 de marzo de 2014

Rojas y el río

Con mi abuelo José íbamos al río. A ocho cuadras de casa había una arboleda inmensa en la costa del Río de la plata. Mediados de los '70. Pájaros, agua, verde. Podíamos sentarnos tranquilamente en la orilla.

Con la llegada de los '90 y su boom privatizador, la costa del río en gran parte de San Fernando se llenó de clubes y guarderías náuticas que se apropiaron del lugar: sólo los socios podían pasar, ver el agua, la orilla, el sol. De ahí, a sus barcos, veleros, yatecitos.

Gracias a alguna movida vecinal, recursos de amparo y demás, se abrió un camino entre dos clubes y hay, de nuevo, acceso la costa: un espacio con sombra, césped cuidado, cestos para los residuos, gente leyendo, tomando sol, mate.

Casi cuarenta años después vuelvo y descubro ese lugar. Rodeado por los clubes, los barcos, los yates, resiste ese pedacito abierto y libre. Me reencuentro con un tiempo simple. Respiro.

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