Gente que se dio una vuelta


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11 de junio de 2014

Te amo, te odio, dame más II

Sigo...

Digo, basado en mi propia y limitada experiencia: he tenido amores que desaparecieron. Por distancia física, por cansancio, por dejar de ver a los amados, por peleas o desavenencias, por opciones que no compartimos...
Puede ser que, recordándolos, sienta nostalgia, recuerde con cariño, me asombre de la lejanía que se instaló, me provoque tristeza, no recuerde cómo ni por qué empezó la cercanía o se introdujo la distancia.

Pero si pienso en un par de odios (palabra fuerte y que asusta tanto que ni nos animamos a decir que lo sentimos) es casi sentir de nuevo la bronca, aunque quizá no la misma. Es revivir la decepción, la mano traidora, la puñalada... 
Si no hay un gesto de sanación -dar, pedir, recibir el perdón-, siguen hiriendo las heridas.
Montescos y Capuletos redivivos.

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